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No ardió nuestra esperanza

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Padre Pacho

El pasado 7 de diciembre quedará grabado en la memoria y en el corazón de nuestra comunidad; mientras celebrábamos los 90 años de historia, fe y servicio de nuestro templo de Valvanera, el fuego irrumpió en el altar mayor, llevándose consigo no solo imágenes y estructuras, sino también silencios sagrados, lágrimas contenidas y una profunda sensación de impotencia. Ardía el altar, y con él parecía arder también una parte del alma de este pueblo creyente.

Ante el dolor, es humano preguntarse: ¿por qué, Señor?, ¿por qué permitir que el fuego toque lo que ha sido casa de oración, refugio de esperanzas, testigo de una fe que no se apaga? Sin embargo, la fe no niega el dolor, pero se niega a quedarse atrapada en él. La fe cristiana no se construye sobre la ausencia de sufrimiento, sino sobre la certeza de que Dios nunca abandona, incluso cuando todo parece consumirse.

La Escritura nos recuerda que Dios es especialista en levantar lo que parece perdido. Él hace brotar vida donde solo hay cenizas, esperanza donde hay ruinas, y futuro donde el presente duele. Así como el pueblo de Israel regresó del........

© El Diario