El impulso ciego frente al Logos creador
Padre Pacho
Schopenhauer percibió algo verdadero: la vida humana está marcada por el deseo insaciable y, en consecuencia, por el sufrimiento. En su diagnóstico del corazón humano se revela una intuición que incluso la fe cristiana reconoce: el hombre, herido por el pecado, experimenta una voracidad interior que nunca queda satisfecha. Sin embargo, la diferencia crucial está en el fundamento. Para él, el motor último es una voluntad irracional y ciega; para la fe cristiana, el motor del universo es el Logos divino, la razón amorosa de Dios que da sentido y finalidad a todo lo creado.
Schopenhauer identifica el deseo como la raíz del sufrimiento, y en parte acierta: el corazón humano, cuando se aferra a ídolos, cae en un ciclo de carencia, logro, aburrimiento y nueva carencia. Pero en la visión cristiana, el deseo no es una maldición, sino una huella de eternidad: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (San Agustín). El problema no es desear, sino desear mal, dirigir el anhelo a lo que no puede colmar el alma.
Schopenhauer propone la renuncia budista:........





















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