“El cuerpo no miente”
Desde la antropología cristiana, el ser humano no se crea a sí mismo: se recibe. La vida humana es don, no proyecto arbitrario. La identidad sexual, es decir, ser varón o mujer, no es un simple dato biológico, sino una realidad integral que configura toda la existencia. El cuerpo no es una carcasa externa del «yo», sino parte esencial de nuestra identidad. El cuerpo habla un lenguaje, el lenguaje de la entrega, del amor y de la complementariedad.
Al considerar que el género puede desligarse por completo del sexo biológico, la ideología de género transforma lo recibido en algo manipulable, eliminando el fundamento antropológico de la diferencia sexual como camino de relación, de fecundidad y de alteridad. El hombre ya no es criatura, sino un proyecto autoconstruido. El cristianismo, en cambio, afirma que el hombre está llamado a descubrir su identidad, no a inventarla.
La ideología de género parte del supuesto de que la diferencia entre varón y mujer es una forma de opresión social que debe ser erradicada. Sin embargo, desde la antropología cristiana, la diferencia sexual no es una fuente de conflicto, sino de riqueza. Varón y mujer son distintos pero........
© El Diario
