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“Deudas y ansiedad”

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14.07.2025

Hoy se suele afirmar que la clase media encarna hoy uno de los relatos más seductores y crueles: el “mito del progreso individual”. Se les prometió que, si eran obedientes, disciplinados, educados y resilientes, lograrían ascender socialmente. Pero no se les dijo que el sistema estaba diseñado para absorber su esfuerzo sin garantizar el ascenso. La escalera que suben está rota, pero siguen subiendo, porque detenerse significaría caer al abismo.

El cuerpo de la clase media se ha convertido en el contenedor de la angustia colectiva. Gastritis, insomnio, crisis de pánico, dolor crónico, agotamiento, depresión funcional. No son enfermedades del azar, sino síntomas culturales. El cuerpo habla lo que la cultura calla. Y lo que dice es que vivir en este sistema, bajo estas condiciones, rompe al ser humano desde adentro, mientras el entorno lo disfraza de motivación y rendimiento. Desde esta perspectiva, el sufrimiento ya no es compartido ni visible: es individualizado, privatizado, psicologizado.

La clase media no heredó privilegios, sino deudas, y un mandato ético: «mejorarse». Pero esa mejora, en el contexto neoliberal, significa dejar de ser persona para volverse producto. El trabajo no es........

© El Diario