La teología de la prosperidad
“Primero se acaba la aguamasa que los marranos”, mamá no escriba así, diga más elegante: “hay tantos incautos por ahí, que prefieren los sobrados”. Escribo esta columna como filósofo, no como sacerdote, porque en lo expuesto me puedo “autocensurar”. La religión o teología de la prosperidad viene expandiéndose desde los 80’s, allí en E.E.U.U nace como corriente del mercado libre y la bonanza económica que ha vivido esta potencia mundial. Los “garajes” como los llamamos nosotros, comienzan siendo iglesias evangélicas que poco a poco se van convirtiendo en grandes potentados económicos y de derroche materialista, gracias a la “generosidad” de sus seguidores. Los diezmos son la prioridad, una vez captados como fieles.
La teología de la prosperidad en muchas de estas asambleas inventadas por pastores o pastoras, usan, especialmente ese discurso: cómo ser más prósperos y menos pobres materialmente delante de Dios. El bienestar económico y la salud física son sus “caballitos de batalla”. Apegados a una exégesis literal de algunos textos bíblicos, utilizan una hermenéutica -interpretación- reduccionista y miope del fenómeno religioso. A la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se les dejan anclados en la concepción de poder humano -muchas veces político -, y de bienestar individual. Muchos utilizan espigas, uvas, riegos, tierra traída según ellos de Jerusalén, botellas de agua, y hasta “profecías”, para leer el “futuro”. Dichas profecías y........
© El Diario
