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La agonía del Libertador

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21.07.2025

El 17 de diciembre de 1830, a la una de la tarde, con 47 años y rodeado de los generales José María Carreño, Mariano Montilla y Laurencio Silva; a su cabecera, su fiel ayudante por tantos años, José Palacio; observado por la servidumbre de la “Quinta de San Pedro Alejandrino” en Santa Marta, estando allí su dueño, el señor Joaquín Miel, y un sinnúmero de vecinos, casi todos trabajadores de la hacienda, expiraba el Libertador Simón Bolívar. Con él morían los días de gloria y poder, en donde, al entrar, cabalgando a los pueblos y naciones que liberó, era recibido con aplausos, vivas y, casi siempre, una estruendosa marcha militar por quienes lo acataban y obedecían. Esa tarde del 17 de diciembre, yacía sobre la cama, frío e impotente; la muerte le había ganado la última y definitiva batalla: la de la vida, que, entre glorias, traiciones y amores, se lo llevaban para siempre de este mundo.

Según los libros de historia, el Libertador agonizó desde el 10 de diciembre, cuando el obispo de Santa Marta, José María Estévez, le comunicó la gravedad de su enfermedad, le pidió que hiciera un serio examen de conciencia y se preparara para recibir, en los sucesivos días, la extremaunción. Ese día, Bolívar lo aceptó, escribió su testamento y, en una pieza conmovedora y magistral, dejó su mensaje final, que en esta columna transcribo en su integridad, dada la importancia de su texto para la historia y la política social y cultural........

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