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¿A qué se va a la universidad?

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Cristian Bohórquez

No obstante de la dignidad que por sí misma encierra la educación, considerar que esta facilita un mejor ingreso suele ser el principal motivo para incursionar en las aulas universitarias. Y aunque esta creencia parece entrar en crisis en nuestro siglo, muchos jóvenes que sueñan con un empleo digno y profesionales que anhelan un salario mejor siguen confiando su proyecto de vida al curso de pregrados y posgrados.

Sin embargo, no es el económico el único tipo de capital que creyentes y escépticos de la educación deberían plantearse al momento de definir su relación con la universidad. Tal vez no se valora lo suficiente su potencial de hacer contactos, de establecer redes que propician la cooperación, las cuales no son solo útiles, sino muchas veces indispensables tanto para el presente del estudiante como para el futuro del profesional.

Estas relaciones sociales que se tejen en la fragua del ambiente académico, en la interacción de toda clase de semilleros, laboratorios, congresos, ferias y hasta en las dinámicas mismas del aula y el cafetín constituyen a la larga un patrimonio para el egresado, el cual se inscribe en la categoría de capital social y que las academias no monopolizan sino........

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