Tirar para abajo o para arriba.
Julián Cárdenas Correa
Sorprende ver cómo en cuestión de dos décadas pasamos de querer celebrar la vida de manera permanente, de recibir mensajes que nos invitaban a la gratitud por todo lo recibido, por cada día, por tener vida, posibilidades, salud, etc; a una permanente crítica a todo. Pasamos de una realidad bella, que merecía ser celebrada y por la que debíamos agradecer, a un estadio que nos invita a ver un mundo lleno de miseria, de pobreza, de fealdad.
Por ejemplo, si alguien es bueno en un negocio, si entendió el mercado, si vio oportunidades y las aprovechó, si ese alguien se sacrificó por sacar adelante sus ideas de negocio, con tesón y disciplina; no es por nada de esto que hoy se lee que es exitoso. Hoy casi que no hay sino una explicación para éxitos de este tipo: El empresario está en un grupo, que se tuerce, que es corrupto y eso lo hizo exitoso.
El mérito ya no se aprecia y por ende no hay la admiración por los empresarios y los emprendedores que se veía en el siglo pasado. Hoy, el que tiene éxito, lo obtuvo, según la mayoría de opinadores, por medios truculentos.
El que algunos opinen cosas como estas, nos debería tener sin cuidado. Pero la verdad es que esos opinadores hacen daño. Contrario al respeto por la disciplina que permite que otros sean exitosos, lo que generan es un odio porque esos inconformes promueven el resentimiento y vaya si el odio nos está carcomiendo como sociedad.
Muchos de quienes además critican y ven conspiraciones en quienes son exitosos, se destacan además por no ser generosos con quienes más lo necesitan. Pretender cambiar el mundo de manera permanente logra lo que reconoció Pepe Mujica días antes de fallecer: Un carajo. Nada.
Si puedo........
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