EL DESASOCIEGO
Un quejido cada día se infiltra más en la Nación por la aparición de nuevos hechos escandalosos salidos con la intención de causar daño al modelo democrático, a la vida y su relación social que incluye la seguridad, el maltrato en el juego político, la mentira como brújula y todo lo que queda por enumerar, sin dejar de mencionar la intranquilidad, la incertidumbre, la muerte en seguidilla, tal como el suscrito lo anotó en otra ocasión al expresar que el baúl de los asombros no se agota, y esas pesadillas causan aplausos en palaciegos arrimados que antes no habían pisado alfombra mullida, al decir del escritor portugués Fernando Pessoa en “El libro del desasosiego”, en uno de sus acápites: “es una confesión de preocupación por algo o alguien material o tal vez ilusorio como los mismos conceptos que el tal pesimista intenta destrozar”. En otras palabras: quien está al frente de la majestad de la República, lo único que lo excita en su pasión por ejercer la suerte de su mandato, es la refriega y no la discusión de las ideas. El activismo lleva a provocar una reacción o una respuesta (aún contraria) “en algo o en alguien”. Hoy, a un año del fin del periodo, según la norma constitucional, la causa demoledora continuará. No hay que dudarlo; resulta cosa de inocentes seguir clamando por acuerdos nacionales, cuando todo lo contrario ocurrirá: falacias construidas para quedarse allí o en dominio de su influencia. De parte de la ciudadanía y las fuerzas políticas, el respeto por el lapso que le queda en condición de jefe del Estado, así ese provenir incite a morderse las uñas la gente contraria a la ideología que busca, por un mismo rasero, que todos sean pobres, según las observancias en Venezuela, Cuba y Nicaragua. A Petro se le olvidó, o mejor, escondió, la narrativa de construir una amplia fuente de riqueza por medio de........
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