Henry Carvajal Castro

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Hay que tener dos. Bueno, otro pues. El que tenemos es el corazón de un pueblo que volando a Colombia con casta, ratifica su civismo visionario y realizador. Pereira… en su dulce nido de caña sembró y cosechó un Aeromatecaña, que ahora vuela más allá de los sueños del Poblado ancestral y de las fronteras de sus ilusiones de raza y casta de pereiranos que querían convertirla a puro civismo y convites. Mijo, en una ciudad como la de hoy, parte de la realidad que disfrutamos en este pletórico presente. Primera en la región e importante en la nación, Pereira cabalga sobre el lomo de su visión, civismo y determinación hacia la meta de su gran desarrollo. Aparte, es un nido amigable y es el punto en el que quiero enfatizar: aún cabe otro Aeromatecaña de 3600 metros, dos pistas para abrir una nueva y gran puerta e ir en la inaplazable búsqueda de la grandeza como lo hizo el gran Oscar Vélez Marulanda, el famoso Plumón, quien, hablando con los que decidían, trajo de Europa a Pereira y Dosquebradas la mayoría de sus grandes factorías y, aún hoy en día, nadie se lo agradeció. ¿O qué parque o calle de Pereira lleva el nombre del gran dirigente? Cierto, abuelo Don Zenón criollo decía que: el desagradecido es un degenerado.........

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