HÉCTOR TABARES VÁSQUEZ

En el entorno nuestro y de conformidad a lo denominado identidad cultural, en coloquial, lo que somos, es muy frecuente salir a victimizarnos en los instantes en los cuales la vida supuestamente las emprende en contra de uno. Es el cuestionamiento surgido de manera espontánea y en ocasiones virulento, achacando todo a quienes nos rodean: Dios, la naturaleza o el medio. Es un pensamiento asaz negativo y contraproducente, en cuanto a constituir una actitud en tal condición, no es viable sacar ningún aspecto positivo y en cambio es un factor mayor de estrés, angustia y contribuye en mucho a darle un tinte de desgracia a la coyuntura del momento, del suceso ocurrido. Es la razón, el motivo de hallar en el asunto varias situaciones introducidas en ese compendio de una mente atribulada y confusa. Lo primero a avizorar es un acontecer de índole general, quizá y no difícilmente mundial, consistente en un modo así de asimilar el hecho, no aparece, ni es una realidad, cuando el fenómeno en lugar de tratarse de una posible o presunta tragedia, son los días alegres y las temporadas totalmente repletas de festejos, bondades, fortunosas y apoteósicas celebraciones. Es un estar de comentarios diferentes y de posiciones hipotéticamente sensatas. Otra de las reacciones opuestas, radica en esa reflexión absolutamente nefasta y en desuso, de estimarla provocante........

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