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El fallo, un circo

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31.07.2025

Voy a caer en la trampa, en la misma en que cayó Colombia entera. Voy a expresar mi opinión frente al acontecimiento del momento, el juicio y la condena por parte de un juez penal al expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Y empezaré expresando que todo juicio a un dirigente político siempre será un evento de carácter político. Al menos para la opinión pública. Una cosa piensan el juez, el tribunal y las autoridades judiciales y otra muy contraria los ciudadanos. Para la gente del común la justicia no existe: para la «derecha» Uribe es inocente y lo será siempre independientemente de los hechos y para la «izquierda» Uribe es culpable y también lo será siempre sin importar las evidencias y los fallos.

En un mundo extremadamente polarizado como el actual —desde el punto de vista ideológico— la objetividad ha sido la primera en desaparecer. Las pasiones se han puesto por encima de los hechos. La venda, que la figura de la justicia tiene en los ojos (la diosa Temis con una balanza en la mano y una espada en la otra), ha dejado de simbolizar la imparcialidad y la objetividad y se ha convertido en expresión de ceguera, un afán enfermizo por negar sus actuaciones si van en contravía de mis ideas o mis intereses.

No pretendo con esta afirmación caer en el facilismo de criticar el fallo de la juez Sandra Heredia. No soy abogado y tampoco parte cercana a los implicados. No he leído los miles de folios que hacen parte del expediente, ni los mil más de la justificación del fallo, un «ladrillo» inclemente al que nos sometiera la juez el lunes pasado. Carezco de elementos para juzgar al juez. Simplemente confiaré en la justicia colombiana; sí, en esa que tiene algunos frutos podridos como los del cartel de la toga o algunas........

© El Diario