El componente político del civismo pereirano -1-
El civismo pereirano, la huella digital de nuestro pasado, nace con la misma génesis de la ciudad y la geopolítica ha jugado un papel fundamental en esta realidad. Pereira surge en el corazón de la patria y en el centro de los tres mayores polos de crecimiento del país como fueron —en los siglos XIX y XX— Bogotá, Medellín y Cali. Las condiciones de cruce obligado de caminos y refugio liberal en épocas de guerras intestinas brindaron a la ciudad un carácter abierto que abrazaba —sin miramientos— a quienes se aventuraban a vivir en ella. La condición de ser territorio de paz ofrecía un futuro promisorio a los advenedizos y permitió la llegada de gentes de otras latitudes que unidas a las colonias fundadoras, caucanas y antioqueñas, la hicieron cálida y cosmopolita. Aparece entonces, en los albores de la urbe, la primera caraceristica de nuestra idiosincracia, la hospitalidad. «Aquí no hay forasteros, todos somos pereiranos» fue el lema que acuñamos y que expresó nuestro carácter, acentuado con los años.
Creyó la dirigencia política nacional que insertando una nueva división territorial en medio de los estados soberanos de Cauca y Antioquia, liberal uno y conservador el otro, apaciguaría los ánimos beligerantes que tuvieron durante todo el siglo XIX. Para tal fin se construyó en 1905 el departamento de Caldas, un coctel de idiosincracias y comarcas diferentes que nunca tendría cohesión. Nació entonces una pugna interna que alimentaría con entusiasmo una competencia feroz entre Pereira y Manizales, esta última designada capital de la nueva circunscripción. Los primeros años del siglo pasado muestran a Pereira como pujante ciudad que crecía vertiginosamente gracias al tesón de sus dirigentes. Hospital, zoológico, aeropuerto, planta automática de teléfonos, parques, la Catedral, varios clubes sociales, etc., fueron expresión elocuente de aquella época.
Pero todas estas gestas tuvieron un ingrediente esencial: la........
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