El caos que nos espera
El año que termina demostró la gravedad de los problemas de movilidad que padece la ciudad. La Pereira de hoy es un caos por donde se la mire y por donde se camine. Uno se pregunta si hay planeación, si alguien está pensando en resolver los enormes trancones, si a alguien le interesa el tema. La primera sensación del ciudadano común y corriente es que a nadie le importa lo que sucede.
El mejor ejemplo es la vía a Cerritos. Desde hace muchos años sabemos que es el único canal entre oriente y occidente, el único camino entre los municipios del departamento y su capital, la única ruta al Valle del Cauca y al puerto de Buenaventura, la arteria aorta que mueve nuestro comercio. ¿A quién se le ocurre cerrarla a cada rato para carreras de ciclismo? Parar la economía regional para satisfacer agendas que a casi nadie le interesan es un despropósito que se acerca a la condición de «delito». Y si a esta situación le agregamos el que los miembros de algunos colectivos ciudadanos conocen este «cuello de botella» y se aprovechan de él, entenderemos porqué el caos será entonces permanente. Los taxistas, los camioneros, los hinchas del Pereira, los del América, los motociclistas, la minga indígena y la primera línea saben que si cierran la vía en el Pollo la ciudad colapsa. A eso le apuestan sin que haya autoridad que lo impida.
Y agreguemos: la construcción de la intersección de Galicia le echa limón a la herida. La obra demoró mucho más de lo planeado, todos los giros y flujos se han visto perjudicados, hacer un retorno en cualquier parte de la vía es tarea de malabaristas y el plan de contingencia no sirvió de nada.
Y más: la única opción a la vista para mitigar el conflicto, la........





















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