De nuevo asistimos a un triste y fatídico hecho que enluta al país, el asesinato del Senador Miguel Uribe, cuyas exequias se realizaron el día de ayer. Hombre joven, brillante, con toda la vida y el futuro por delante, esposo, padre e hijo ejemplar. Un político de sangre nueva, preparado, forjado con tesón que generaba esperanza en medio de un país dividido y embargado por el odio. Duele mucho lo sucedido, un acto cobarde, inentendible donde todavía no se han clarificado los motivos de tal atrocidad, donde también duele mucho que dicho horror lo haya cometido un niño, evidenciando la descomposición social, la perdida de valores y principios de las familias y el abandono de nuestros niños y adolescentes. Como lo dijo el arzobispo, Monseñor Luis José Rueda, Cardenal de Bogotá, en el funeral “nos encontramos asistiendo a la degradación social de la ética”. Tiempos difíciles de violencia; Desde los inicios de la República, Colombia ha sido violenta, como muchas naciones, pero mas importante que los hechos, que el caer y levantarse, es aprender del pasado, mantener la memoria y resurgir de las cenizas. La memoria sigue latente, en obras literarias como “La violencia en Colombia”, donde en dos tomos, Germán Guzmán, Orlando Fals y Eduardo Umaña, narran la historia y los hechos que han entristecido y marcado al país. Desde la violencia interina de finales del siglo XIX, hasta todos los hechos que marcaron la historia reciente del siglo XX, como la violencia bipartidista de los años 30, la violencia de los 50s, la violencia del narcotráfico de los años 80s, las masacres paramilitares de los........

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