ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

No es de extrañar que a la suma superior de precandidatos surgidos a la Presidencia, resulten ahora, otros egos erizados, empinados en el vacío, para el Congreso, en las regiones.

Con una soberbia fastiosa o un orgullo acortonado. Llena de una fatuidad babosa.

Hay proliferación de nombres. Esa incertidumbre que confunde y ayuda al caos. Aislados en sus propios cuarteles. Refugiados.

Pocas hojas de vida dan lustre a ese endemoniado tren de la democracia, que tiene – como el circo – péligrosas pistas (léase rutas) Hay déficit de prestigios pero abundan, como las otras, charlatanes confesos. ¡Les falta colágeno político!

Unos y otras han aparecido como fantasmas mendigando votos. Acolitados por ADN mentirosos y hoy montados en ínsulas que huelen a estafa al elector.

La mayoría, van por lo extramuros. Por calles oscuras y angostas donde no fluye el voto sino la emboscada.

Aparecen cabecitas de nada, a las que le falta sombrero o pelo p´ la moña, para que sorprendan con sus aspiraciones hirsutas, llevadas de su parecer y dominados por una vanidad ni siquiera atrevida: ¡peligrosa!

Ni siquiera corresponden a un historial o un partido. Son hijos de la multiplicidad de directorios que son una vergüenza y tan siquiera representan un........

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