Sobre la amabilidad de las ovejas
El sistema social en el que vivimos está diseñado para eliminar la amabilidad de nuestro comportamiento, para potenciar la división y romper los vínculos de ... solidaridad que podrían hacernos más fuertes. Hoy la fuerza y el poder se miden en términos individuales y competitivos; todo en nuestro sistema de relaciones personales y laborales, de consumo y de experiencias, gira en torno al beneficio propio: cuánto dinero puedes ganar, cuántos seguidores —que no amigos— puedes acumular en una red social, cuánto capital de influencia puedes tener y, con ello, ganar más. El espacio público que compartimos está centrado en la experiencia individual y privatizada, monetarizada. Las ciudades cada vez ofrecen menos lugares donde las personas puedan simplemente estar juntas sin gastar dinero: parques y plazas con bancos cómodos donde echar un rato y conversar, espacios de esparcimiento o de cultura donde divertirse y aprender, intercambiar saberes, conocimientos y opiniones. El acceso al espacio compartido pasa, también, por el capital y esto, sin duda alguna, tiene consecuencias en las formas en las que nos relacionamos: afecta a quién tiene acceso a qué, con quién y cómo.
¿Recuerdan el apagón del 28 de abril? Cada uno lo viviría a su manera, pero seguramente recuerdan los testimonios de la gente en las ciudades: las plazas y las calles se habían inundado de personas que sacaban las sillas, bebidas y alimentos y se sentaban a conversar, o salían a la calle a jugar sin pantallas con sus hijos, a pasear, a encontrarse. La gente hablaba del «buen rollo» que se respiraba, de los gestos de solidaridad para quienes necesitaban ayuda o se sentían angustiados. Solo fueron necesarias unas horas para volvernos a mirar los unos a los otros, para recuperar una forma de estar en nuestra vida........





















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