La última llama del gas
A más de veinte años del proyecto Pacific LNG —aquel intento de mirar el Pacífico no solo como un anhelo histórico sino como una oportunidad estratégica— Bolivia se encuentra, paradójicamente, sin el gas suficiente para generar divisas. De exportador orgulloso, pasó a importador crónico de carburantes; de país que soñaba con diversificar mercados, a uno que no logra acceder a los dólares suficientes para comprar los carburantes necesarios para mantener en pie el aparato productivo y la movilidad.
Lo que parecía el comienzo de una era de prosperidad se convirtió en un ciclo que se extingue. La “guerra del gas”, aquel octubre de 2003 que cambió la historia de la política nacional, fue también el punto de partida de un modelo que hoy llega a su límite. Entonces, el país discutía cómo vender el gas. Hoy, discute cómo conseguirlo para generar recursos.
Durante los primeros años del siglo XXI, Bolivia tenía 52,3 trillones de pies cúbicos de gas, reservas que la convertían en potencia regional. Seguramente habrá quien discuta estas cifras a merced de tecnicismos y percepciones ideológicas respetables, pero también es cierto que, con esas perspectivas de comienzo de siglo, se pretendía alimentar el mercado energético de Estados Unidos y México, a través de un puerto chileno. La........





















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