Andrónico, de perfil
Cecilia Lanza Lobo
Andrónico de perfil no es igual que de frente. De frente, sus rasgos armónicos de joven quechua bien vestido, el cabello de corte militar al ras, engominado, prolijo, hacen de él un muñeco que, escaso de palabras, resulta un misterio. De perfil, sin embargo, el misterio se revela.
Y yo quiero llorar. Como aquella vez que Álvaro García Linera le puso la banda presidencial a Evo, yo quiero llorar. De emoción, sí, de emoción. Dirán ustedes que me parta un rayo, y sí, que me parta un rayo. Antes, aclaremos que no es el mismo llanto. Porque cuando Evo Morales ganó las elecciones y fue ungido presidente aquel épico enero de 2006, miles celebramos el triunfo con lágrimas de alegría. Ya lo dije y lo asumo. Creímos que la llegada de Evo Morales al gobierno era una deuda pendiente de este país indígena-campesino, por siglos maltratado, ninguneado, y que había llegado la hora de saldarla. No fue una concesión de nadie, fue una batalla bien librada y una necesidad política porque, como tantas veces en nuestra historia, el país ardía (2003-2006) de ese lado de la herida.
¡Cómo nos equivocamos! Dije y oí decir muchas veces en estos últimos........
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