Bolivia: 20 años después, el país del mañana… (que nunca llega)
Compartiendo e intercambiando opiniones con personas amigas en círculos diferentes, escuché observaciones tan interesantes como lapidarias sobre el caos político que atravesamos. Más allá de la crisis que todos saben que llegará en noviembre —porque aquí las catástrofes no se predicen, se agendan—, lo que salta a la vista es el miedo generalizado a que Lara se vista de poder.
Sí, Lara, ese fenómeno inédito en un binomio presidencial: el vicepresidente que amenaza y arrincona a su propio candidato, con su lengua venenosa y su falta de filtro, dejando al descubierto que, si Rodrigo Paz no puede poner orden en su propia casa, mucho menos lo hará gobernando un país que pide firmeza y actitud, no tartamudeos ni excusas.
En resumidas cuentas, lo que escuché —y que me hizo reflexionar— fue el eco de la historia política boliviana de los últimos 30 años: personajes que se presentan como salvadores, pero que al final solo confirman la regla de oro de nuestra política criolla: aquí nadie llega para servir, todos llegan para servirse.
En Bolivia, los últimos 20 años de política han sido una tragicomedia de proporciones épicas, con personajes que cambian de máscara según la ocasión. Aquí no hay héroes ni villanos, sino actores de reparto que recitan discursos de “cambio” mientras negocian tras bambalinas con los mismos de siempre.
Rodrigo Paz es el mejor ejemplo de cómo en política el término........
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