Andrés Marín y Ana morales durante un ensayo abierto de su nuevo obra, que estrenarán el próximo 14 de septiembre en el marco de la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla. / El Correo

A pocos días para que dé comienzo la Bienal pienso que algo estamos haciendo mal en el flamenco cuando a mi alrededor percibo el temor de quienes confiesan avergonzados no saber nada de esto. Gente de todo tipo, cultivada en muchos casos en lo cultural, que no se atreve siquiera a pronunciarse sobre este arte y que, peor aún, no comprará jamás una entrada porque probablemente le avergüence pensar que se le note en la cara o en los andares que no sabe seguir el compás por bulerías.

No niego que parte de la seducción que me produce lo jondo tiene que ver con la de ser un arte exigente y nada condescendiente que te obliga siempre a estar alerta si quieres obtener la clave de la próxima puerta. Reconozco que durante algún tiempo me he sentido atraída por esta erótica y he caído en la trampa de presumir del pedigrí que da haber estado en alguna fiesta que otra, por poner un ejemplo. E incluso, en alguna ocasión, me he arrimado a la reunión que mira al otro con la falsedad con que aplauden a Carrie........

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