Señoritos, chulos, fenómenos, gitanos y flamencos
Pedro Lopeh, durante su conferencia 'Mundo y formas del antiflamenquismo', en la Tertulia Literaria Flamenca de la Peña Aires Flamencos. / El Correo
Como a los flamencos nos gusta hablar y discutir de flamenco casi más que el propio arte, favorecemos las tertulias y debates, procuramos documentarnos para conocer nuestra historia, acercarnos a quienes la investigan, cuentan y piensan, poner en duda nuestras convicciones y revisar cada equis lo que damos por cierto.
Es decir, cuando uno empieza a formar parte de esta tribu indómita de manera activa, entiende que no basta con aprenderse los palos, estilos o figuras claves porque éste es un arte vivo, apegado siempre al contexto político, social, económico y cultural que lo nutre y contamina. Por eso, en un tránsito natural, pasamos en mayor o menor medida del interés exclusivo por lo musical o artístico, a querer explicar el mundo desde el flamenco o el flamenco desde el mundo.
A compás
A compás
A compás
Sin caer en el cliché que defiende el ser flamenco como un modo de vida (que entiendo que compartirán entre sí también los rockeros o los amantes del surf), pienso cada vez más que sentirnos minoritarios, marginales y despreciados a lo largo del tiempo por prejuicios que nos acusan de ignorantes, sinvergüenzas o protestones ha servido para reforzar los vínculos comunitarios y nos ha dado fortaleza para la resistencia. De ahí que, desde determinadas esferas, se mire al flamenco como algo incómodo........
© El Correo de Andalucía
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