Empacho de Navidad flamenca
Sara Arguijo
La Navidad es una tregua. A diciembre llegamos agotados. Arrastrados por una ridícula e imparable rueda que nos hace sentir culpables por no ser capaces de cumplir unos propósitos cada vez más exigentes y ajenos y, aún peor, por no haber sabido encontrar hueco para compartir nuestros anhelos y disfrutar de quienes nos quieren.
La magia de la Navidad no está en las luces, en los belenes o en los regalos del árbol, sino en el acuerdo tácito que firmamos para creer que por un tiempo podemos construir juntos un mundo más amable, justo y bello. Si abrimos las puertas a las visitas, compramos un jamón, vestimos la mesa con turrones y vajillas bonitas o nos ponemos las lentejuelas no es por recrearnos en lo ostentoso sino porque necesitamos decorar esta ilusión y sostener el pacto de generosidad, armonía y fraternidad que deseamos.
A compás
A compás
A compás
Sin embargo, en lugar de ponernos de acuerdo y tratar de mantener este “espíritu” para un nuevo año con menos confrontación y más alegría, corremos como locos para adelantar las Felices fiestas y ser los primeros en sacar la serpentina, el espumillón y la botella de anís. Y ande, ande, ande la marimorena.
El maratón está llegando al punto que no ha llegado la........
© El Correo de Andalucía
visit website