Petro-Perú por dentro
Una novedad en Petro-Perú es un cambio de ánimo en los 12 sindicatos actuantes. Su simpatía hacia gestiones proestatistas para reflotar la compañía comenzó a cambiar por el no pago de utilidades que figuran en una cuenta incompleta, surrealista, de las operaciones empresariales. Pues no hay dividendos sino deudas abrumadoras. Una paralización ha marcado un distanciamiento con la administración del presidente, Alejandro Narváez, y el gerente general, Óscar Vera. Ahora los huelguistas les exigen transparencia y veracidad. Aunque ambos aún tienen el apoyo de importantes gremios. La pulsión se resolverá en las elecciones del 14 de mayo para elegir al representante de los trabajadores al directorio.
Las gollerías que la empresa concedió a sus empleados –especialmente a dirigentes– fueron señaladas como un ejemplo del manejo irresponsable de Petro-Perú. Aunque disminuyeron luego de conocerse casos de corrupción, los directorios procuraron llevar la fiesta en paz con los sindicatos. Tenerlos en contra conlleva una desgastante guerra interna. El gerente general, Óscar Vera, que tiene una base fuerte en Talara, donde afronta problemas de funcionamiento la costosísima refinería, fue representante de los trabajadores entre el 2020 y el 2022, y es una especie de ahijado de la presidenta Dina Boluarte. Su padrino es César Acuña. Vera milita desde el 2008 en la cogobernante Alianza para el Progreso.
En setiembre del 2024, ante la incapacidad de la empresa para pagar sus deudas, que superan los 8.000 millones de dólares, el gobierno decidió capitalizar a su favor los cuantiosos préstamos estatales que había recibido. Entonces encargó una reestructuración a un nuevo equipo encabezado por Narváez y Vera, en la expectativa de que Petro-Perú ya no viviera más del dinero público. El apoyo que había recibido hasta ese momento fue mayor a........
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