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Viejas costumbres que no pienso interrumpir

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19.08.2025

Soy un hombre que lee los periódicos de la semana pasada. Estoy suscrito a tres periódicos que llegan a mi casa impresos en papel, a la antigua, todas las mañanas. Aunque también pago la suscripción digital de esos diarios, me niego a renunciar al placer de leerlos en papel, manchándome los dedos de tinta negra. Las noticias son manchas. Uno las lee y se mancha, es inevitable. Las noticias son, casi siempre, interrupciones más o menos severas en la felicidad de las personas. Leyéndolas, uno se mancha no solo las manos, sino también el espíritu. Un par de horas me toma leer los diarios sin premura. Acabada esa tarea, soy ciertamente un hombre menos feliz. ¿Por qué insisto en leer las noticias, cuando sé que ellas nos informan de la maldad humana, la ruindad humana, la estupidez humana? No lo sé. Es una vieja costumbre, soy un hombre viejo y no pienso interrumpirla.

Cuando viajo con mi familia, o a solas por asuntos de trabajo que en rigor no constituyen un verdadero trabajo, mi asistenta me guarda cuidadosamente los periódicos que llegan cada día, en mi ausencia. Al volver a casa, encuentro una montaña de periódicos sobre la mesa, en la sala de lectura. Mis viajes suelen extenderse una semana, diez días, nunca más de diez días. Aun si la travesía ha sido razonablemente confortable y placentera, nada supera a la felicidad de volver a casa, entrar en la sala de lectura y ver treinta periódicos apilados uno encima del otro, en el orden en que han llegado. En ese mismo orden los leeré: desde el día en que partí hasta el día en que volví. ¿Por qué me obligo a leer todos esos periódicos en papel, cuando, estando de viaje, los he leído en sus páginas digitales, informándome de las noticias más relevantes? No lo sé. Es una vieja costumbre, soy un hombre viejo y no pienso interrumpirla.

En realidad, no leo esos veinte o treinta periódicos amontonados para enterarme de lo que ha pasado en el mundo durante mi ausencia, sino para descubrir cosas más o menos irrelevantes, marginales, pintorescas, que no leí en los diarios digitales,........

© El Comercio