Trujillo, una ciudad sitiada
Recuerdo otro Trujillo. No esta ciudad que hoy despierta estremecida por el eco de los explosivos, acorralada por un miedo que se ha instalado en cada esquina, sino aquella donde mis pasos se confundían con la calma de las plazas, el rumor discreto de los balcones abiertos y la convicción ingenua de que el terror pertenecía siempre a otros lugares.
Evoco en la memoria mi época juvenil, cuando trabajé algunos años como director de “La Industria” y visitaba a mis familiares en una urbe que se sabía orgullosa, culta, segura de sí misma. Una ciudad que respiraba al ritmo de sus fiestas patronales, que se desvelaba en sus debates académicos y encontraba en la cultura un refugio compartido, mucho antes de que la sección policial de los........
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