¿Personaje o garabato?
Un amigo peruano, queriendo justificar la dudosa extravagancia de un compatriota, me dijo un día “Arturo es todo un personaje”. Corrían los años noventa del siglo pasado en París. Gracias a mis estudios de teatro y a mi actividad literaria, yo ya había explorado las implicancias del término personaje. Mi respuesta fue lapidaria: “Arturo no es un personaje, es a las justas un garabato”. Los abusos de lenguaje siempre han existido. Actualmente, por ejemplo, en los medios tradicionales y virtuales se ha impuesto el adjetivo “icónico”. Por pereza verbal, cualquier cosa insignificante resulta siendo “icónica”. Si nos remitimos a la raíz de la palabra nos percataremos fácilmente que hay abuso de lenguaje, muy próximo al del amigo peruano en París, al querer catalogar de personaje a un vulgar alaraco.
La condición, carácter y profundidad del personaje son menesteres del teatro, del cine, y por supuesto de la literatura.
“Lumínida, cuentos X” de Miguel Ángel Cáceres Calvo, es un conjunto de relatos donde encontramos personajes a profusión. En los veinte cuentos que conforman esta obra, estamos frente a una impresionante galería, por lo que me atrevo a decir que se trata de un libro hecho de personajes más que un libro hecho de tramas. Antes de detallar, me gustaría precisar algunas percepciones personales al respecto. En primer lugar, la confrontación entre garabato y personaje, no es un exabrupto. Parte de una constatación: el personaje literario, es mucho más denso que la persona real.
El personaje de ficción es una condensación, una suma de múltiples personas reales. Es una búsqueda de esencia radical. Es una aspiración de retratar, en un personaje, la condición humana. De ahí que resulta patético cuando amigos, allegados o familiares se acercan al escritor y cuentan su historia personal, con la secreta pretensión de que dicha historia es digna de una novela. Estas personas no saben que el escritor es una suerte de sabio loco, que, en su proyecto de crear un personaje de........
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