Hay días que no deberían ser
Dayra tiene la voz cansada de intentar despertar cada día a su hijo. Hugo no dice nada. Lleva dos meses en silencio. Me habría gustado conocerlo bajo otras circunstancias, en una librería, en el parque o como deportista de alto rendimiento. Hoy hace 60 días desde aquella vez, cuando una sobredosis puso en pausa las vidas de todos.
“Mi niño era muy alegre, le gustaba salir con los muchachos del barrio y divertirse. Las noches se hacían cada vez más largas, y yo —imagínense— me quedaba despierta a esperarlo. Nunca sospeché nada, estaba acostumbrada.
“Al principio solo escuchaba........
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