Aprendiendo a volar en el cine
Es culpa de la manía catastrófica del cine. Nunca he querido volar. En mi único viaje por Europa (ya lo conté) tuve que tomar el tren que cruza un túnel en el mar que comunica París con Londres. Pero volar yo, no, no. Volar en el cine. Observar a pilotos y pasajeros en su aventura. Quizá lo que haga sea volar en mis sueños, escribiendo esto. El Cine Imaginación de nuevo, para ser como Don Quijote montado en Clavileño.
Aquí en esta escritura el piloto soy yo. Tengo mi propio carnet de vuelo, de piloto.
¡Aquí mando yo! Pónganse el cinturón de seguridad. Hago mi vuelo, mi pirueta, caigo en barrena o me elevo por encima de la tormenta. Hago mi fantasmada. Despegues y aterrizajes. ¡Qué maravilla lo del despegue! El despegue del niño, que mira la película con los ojos muy abiertos. Debo tener unos ocho años. La gran pantalla es más grande que nunca. La gran pantalla eclipsa todo. No sé, supongo que estarían mis padres y mi hermano conmigo, o mis primos y mi tío Baldomero, siempre entusiasta. No importa. Sólo importa aquel tipo que viste de manera tan rara, con una S en el pecho. “Superman II”, con el héroe y los villanos volando, peleando. Un sueño. Es curioso, muchos años después volvieron Superman y los villanos en “El hombre de acero” y yo no me creía nada. Aquello, para mí, no era verosímil.
Y desde “Superman II” tantas películas sobre ese arte, el arte de volar.
¡Aviones de cine! ¡Aviones de cine!
Aviones que acosan a Kong en “King Kong”. Creo que la película es de 1933. A mí, de niño, todo me parecía real. Kong. Las avionetas acosándolo. Kong intenta sacudírselas, espantarlas.
A principios de los ochenta llega “El trueno azul”, sobre un helicóptero con la más sofisticada tecnología para acabar con los criminales. ¿Cómo sería verla hoy? Mejor no preguntárselo. Pero su vuelo era perfecto, silencioso, sigiloso. Era el vuelo para los niños como yo.
Un hidroavión espera a Indiana Jones en “En busca del arca perdida”. Corre, Indy, que viene la tribu tras de ti. Corre. Corre. Lánzate al agua que hay que escapar. Y el hidroavión con serpiente dentro vuela y nos creemos todo. Todo es verosímil. Ahora, tantos años después veo al veteranísimo Indy en “Indiana Jones y el dial del destino” a caballo o en el avión y ya no me creo nada. Estoy como ausente, como lejos de la pantalla.
Es culpa mía. Sí, no debo estar bien situado delante de la pantalla. Debo acomodarme bien.
¿Qué películas recordar? Tengo un buen listado de películas de aves, aviones, avionetas, helicópteros, globos, supermanes y demás artefactos.
He decidido dejarme llevar. No etiqueto. Las películas que me gustan son las que vi de crío y adolescente y en menor medida las que he visto de adulto. Qué humor y qué risas con “Aterriza como puedas”. Sí, sí, el cine puede ser desenfadado y loco, tan loco, sin orden ni concierto, capaz del mayor disparate posible. Qué mejor vuelo que el vuelo del humor con Ted Striker y el resto de........
© El Adelantado
visit website