Aquellas cuadrillas de segadores gallegos
Llegado mediados de junio, fieles a su cita, llegaban a la antigua estación de Ortigosa de Pestaño , los gallegos. Todos venían con su bicicleta, con el paraguas negro atado a la barra, sus almadreñas y su maleta de madera atada, a veces, con una cuerda.
Las cuadrillas de hombres venían acompañadas de algún zagalillo jovencito, casi un niño, que se dedicaría a atar las mieses. Durísima era la siega, tanto para castellanos como gallegos; no lo entendía así la poetisa y novelista ROSALÍA DE CASTRO (1837 – 1885), que dedicó durísimos versos al trato, según ella, que se daba a los segadores gallegos.
Para comprender el proceder de esta mujer, hay que analizar su vida : fue hija de una hidalga, venida a menos y de un sacerdote, que por tanto no pudo legitimar, pero que evitó su entrada en la inclusa, encargando la educación a dos de sus hermanas solteras , muy austeras y rígidas. Una vida llena de avatares, a los que unió el matrimonio oscuro con Manuel Murguía, un personaje con fuertes ideas galleguistas; vida azarosa matrimonial, ya que el marido prohibió a Rosalía escribir en castellano, y, cuando ésta murió quemó todos sus escritos que no le venían bien a su proyecto antiespañolista. ¡Una pena!
Una vida de película , que nos da a entender el porqué de estos versos:
CASTELLANOS DE CASTILLA
(fragmento traducido al castellano),
Castellanos de Castilla, / tratad bien a los gallegos, / cuando van , van como rosa; / cuando vuelven , como negros. / Van pobres y vuelven pobres, / van sanos , vuelven enfermos, / que aunque ellos son como rosas, / les maltratáis como negros.
…
Permítame........
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