“Ahora la meditación se conoce pero cuando yo empecé, hace treinta años, era algo muy minoritario”
Tras una exitosa carrera profesional en el ámbito de la abogacía, con un máster en derecho comunitario en Brujas, años de ejercicio en el despacho Garrigues y la dirección de la asesoría jurídica en una multinacional discográfica, abandonó hace 30 años esta senda y emprendió un nuevo camino centrado en la espiritualidad y la meditación.
Díganos:
— ¿Cómo surgió su cambio de rumbo?
—Creo que para mí fue determinante un viaje que hice a la India en septiembre de 1990 en el que entré en contacto con las enseñanzas del místico Osho y pasé unas semanas en su comunidad. Ese viaje despertó en mi una sed de trascendencia, que en los años siguientes fue creciendo hasta el punto de convertirse en lo más importante de mi vida y a lo que quería dedicar toda mi energía y todo mi tiempo. Todo eso pasaba en simultáneo con el desarrollo de mi carrera profesional en el mundo de la abogacía en el que me iba bien y que también me resultaba apasionante. Estuve varios años conjugando esos dos mundos. Sin embargo la necesidad de tener tiempo para dedicarme de lleno a la búsqueda espiritual se iba haciendo cada vez más presente. A la vez, la idea de dejar la abogacía suponía un salto al vacío que por varias razones, entre ellas el tema económico, me asustaba.
Al cabo de un tiempo un día lo vi claro, me sentí lista para afrontar cualquier consecuencia negativa que pudiera derivarse de la decisión de dejar la profesión que me proporcionaba una identidad, un medio de vida y a la que había dedicado todos mis esfuerzos. Con esa claridad presenté mi dimisión. El 1 de enero de 1998 fue el inicio de una nueva vida. No tenía ningún plan concreto. Estuve ociosa en Madrid unos meses. Una cosa me fue llevando a otra. En los años siguientes tuve largas estancias en India y viajé por el mundo para conocer y recibir en directo las enseñanzas de los más grandes sabios del Advaita contemporáneo, una corriente filosófica también conocida como No-Dualidad que tiene sus raíces en los textos védicos. Dentro de este linaje, además de Ramesh Balsekar, de quien fui discípula hasta su muerte en 2009, también tuve el honor de sentarme y escuchar a Papaji, Jean Klein, Barry Long, Isaac Saphiro, John de Reuter. Wayne Liquorman, sucesor de Ramesh Balsekar, ocupa un lugar especialísimo en mi vida ya que desde la muerte de Ramesh es mi Maestro.
Durante esos años y los posteriores, ya establecida de vuelta en Madrid, también me dediqué de manera más académica al estudio de la mente. Buscaba a los profesores y especialistas que me interesaban e iba a estudiar con ellos. En la Universidad de Valencia hice un postgrado de Hipnosis Ericksoniana, masters en PNL, master en modelado conductual con John Mc Wrighter, cursos de terapia breve con Giorgio Nardone, varias formaciones en Constelaciones Familiares. Se me llena la boca al decir que no hay nada comparable a la suerte y la dicha de tener buenos maestros y profesores.
En 2004 fundé en Madrid El Observatorio, un espacio de meditación pionero, convertido ahora en Centro de Quietud, donde nos dedicamos al cultivo de la quietud interior a través de la práctica de dos técnicas meditativas: la meditación Vipassana y The Work (El Trabajo) de Byron Katie. Estos últimos veinte años están siendo para mí una dedicación constante a la indagación interior y a la práctica meditativa.
— ¿Qué escuela de pensamiento fue determinante en su trayectoria?
—Diría que la Vedanta Advaita, también conocida como No- Dualidad, ha sido la corriente de pensamiento subyacente en mi trayectoria.........
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