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Trabajar en la cárcel de Segovia, una profesión de mucho riesgo

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02.11.2025

Tu abandono me puede matar’. Es la denominación del sindicato mayoritario en el Centro Penitenciario de Segovia y no puede ser más explícita. Sucede en toda España, aclaran desde el TAMPM, de carácter nacional y fundado en 2019 para solo el ámbito carcelario, pero lo cierto es que en los últimos tiempos trabajar en la cárcel segoviana se ha convertido en una profesión de mucho riesgo. Y cada vez más con las recientes agresiones a funcionarios, algunas de ellas al verse envueltos en disputas de presos en las que intentan mediar, en ocasiones llevándose la peor parte. En el último episodio violento hecho público, de mediados de octubre, fueron cuatro los trabajadores del centro que resultaron heridos en una reyerta. Unos días antes, uno de ellos cayó por una escalera en otra pelea. Y la lista es larga si se echa la vista atrás en el tiempo. Por ejemplo, en julio siete internos acabaron en aislamiento tras la enésima trifulca, con tres funcionarios de nuevo agredidos.

Carlos, del mencionado sindicato y que prefiere no nombrar su apellido, comenta que una de sus grandes reivindicaciones consiste en que estos trabajadores forman parte de la Administración General del Estado (AGE), cuando quieren ser contemplados como agentes de la autoridad para tener una mayor protección, por ejemplo en el caso de que atenten contra ellos, porque ya no sería un delito de lesiones entre dos civiles sino un delito de atentado contra la autoridad, penado con cárcel entre 1 a 4 años según el Código Penal. También repercute la distinta consideración en el ámbito económico, es decir, si a Carlos le agrede un interno que se declara insolvente, nadie le indemniza si por ejemplo ha estado seis meses de baja, mientras que en el caso de los agentes de la autoridad el Estado es responsable civil subsidiario.

El sindicalista aclara que no se trata de una problemática que se ciña solo al centro segoviano, sino que se padece por toda España: “Los de Murcia dirán que su situación es la más grave, los del Puerto de Santa María que es la suya, Estremera, etc., pero esto afecta a todo el país. Es un sindiós. Ya nos mataron una compañera en Cataluña hace un par de años, a una funcionaria la tumbaron sobre una camilla en la consulta (julio de 2025) y la intentaron violar en Morón de la Frontera. El 90 por ciento de los internos son buena gente que quiere cumplir su pena y ya está. Yo juego mucho al ajedrez con ellos porque es una buena forma de conocerles y vigilar el patio, pero ese otro 10 por ciento que están metiendo en las cárceles que vienen del primer grado, los más peligrosos, son los que contaminan a toda la prisión”. Ahí está el germen de lo que ocurre en la actualidad, porque lo demás son reivindicaciones casi históricas. “Imagina que te tomas dos copas, matas a alguien con el coche y acabas en la cárcel. Tú quieres cumplir tu pena sin problemas lo antes posible pero tropiezas con alguno de estos que te extorsiona, te quiere cobrar solo por sentarte en una silla, por fumar, etc., y te hace la vida imposible. Eso está pasando”, avisa.

Carlos denuncia que el Ministerio del Interior, para adornar sus estadísticas y publicitar que el sistema carcelario va muy bien, ha rebajado la condición de primer grado o muy conflictivos al segundo grado, enviándolos a otras prisiones que no tienen medios ni la infraestructura adecuada para recibirlos, como es el caso de Segovia. Cifra en unos 1.000 los presos que se han aprovechado de esta política, ya que de unos 1.500 con esa calificación han disminuido a 500. También se queja del traspaso del segundo grado al tercero o de semilibertad, un régimen abierto que ha dado lugar a algunos sucesos muy graves de presos que delinquieron aprovechando esos beneficios. “Yo tenía unos 30 aquí y 20 no se lo merecían. Algunos han vuelto a delinquir y han regresado al segundo grado”, recuerda.

Segovia, según cifra Carlos, suele tener siempre unos 10 presos en segundo grado que vienen del primero de otras prisiones y son los que más problemas provocan. “Como la política es no devolverlos al primer grado por ese ‘buenismo’ que hay ahora, entonces si la lía en nuestra prisión lo mandan como segundo grado a otra y les tenemos que avisar: ‘Oye, que os mandamos a éste, que es de los que la lían’, mientras a nosotros nos van llegando........

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