Arqueólogos, nómadas a la caza del tesoro mejor escondido
Segovia tiene atractivos suficientes de fácil visibilidad, no hay más que ver lo pobladas que están sus calles de turistas venidos de cada rincón del planeta, pero en los últimos tiempos se está descubriendo, gracias a la incansable labor de investigadores y arqueólogos como los protagonistas de esta historia, que escondidos bajo tierra o agazapados en cuevas existen valiosos tesoros capaces de contarle al mundo vestigios de un pasado que se remonta a más de 40.000 años, con los últimos neandertales que poblaron la península. El hallazgo finalmente confirmado de una huella dactilar sobre un canto en el Abrigo de San Lázaro, a pocos metros de la capital segoviana, estuvo codirigido por los profesores de la Complutense madrileña David Álvarez y María de Andrés, que además son matrimonio y ella natural de Segovia. Ambos narran a este periódico los entresijos del día a día de su trabajo dada la celebración de unas jornadas de Espeleología del club JASPE desde el 17 al 19 de octubre a las que pondrán el broche.
Comparar sus currículums o carreras es como ponerlos ante el espejo. Son profesores de Prehistoria en la Universidad Complutense, arqueólogos, investigadores ‘a tiempo parcial’ junto a su labor docente y codirectores de las excavaciones que les cambiaron la vida en los abrigos del Molino y San Lázaro, en especial la última con un descubrimiento que traspasó fronteras y que colocó a Segovia en el mapa de la investigación mundial del hombre neandertal y sus últimos asentamientos en Europa. “La pieza que encontramos es única en el mundo, no existe ninguna igual con esa huella y la marca roja en la piedra”, valora David con el asentimiento de María. Ambos se introdujeron en el gremio por vocación, si bien reconocen que Indiana Jones marcó mucho a quienes merodeaban este futuro en su generación. “Tuvo mucha culpa”, apostilla María. “Yo siempre quise ser arqueólogo y busqué las carreras que podían estar relacionadas; y en mi época, que no había grado de Arqueología como hoy, había que estudiar Historia o Geografía e Historia. Participas en investigaciones hasta que eres tú quien haces las tuyas”, añade David.
Ovetense él y segoviana ella, comenzaron las primeras prospecciones juntos en Segovia allá por 2008 y con tanto en común la cosa acabó en matrimonio y tres hijos que, según aseguran, muestran síntomas de que les atrae este tipo de vida más que las consolas, móviles, etc. “Es que es lo que han visto en casa. A veces vamos por el campo y encontramos algún tipo de piedra y ellos se ponen a buscarla también, les atrae”, argumentan.
Las vacaciones, excavando
Que sean un matrimonio no es un hándicap sino al contrario, incluso siendo los dos codirectores de la excavación, tanto del Molino como San Lázaro. “Es que si no fuera así, no nos habían aguantado nuestras respectivas parejas”, bromea David. “En esta profesión tienes que tener unos gustos similares.........





















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