Bernardos se reinventa a sí mismos bajo el dictado de un programa de fiestas que funciona como espejo y escaparate. La localidad se entrega entre el 22 y el 27 de agosto a una liturgia laica y religiosa en la que caben el toro bravo, el botijo, el bingo de madrugada y la misa por los difuntos. Una comunidad que se representa a sí misma en el teatro callejero de la fiesta, donde cada papel está escrito de antemano y, sin embargo, se representa con la frescura del estreno.

El viernes 22 arranca como suelen arrancar los ritos: con el cuerpo en movimiento. Una carrera popular al castillo a las seis de la tarde, prueba de resistencia para un agosto que se anuncia largo y lleno de calor. No es casualidad que en Bernardos la fiesta empiece corriendo, como si hubiera que liberar las piernas antes de rendir el cuerpo al resto de excesos. Al caer la noche, la cita con la XIII Exhibición de Recortes Taurinos devuelve la imagen de un país que juega a burlar al toro sin matarlo, acaso un gesto civilizado en un tiempo en el que los debates sobre la tauromaquia ya forman parte de la agenda cultural. Y cuando la medianoche se convierte en verbo, la plaza mayor se transforma en pista de baile gracias a la macro disco Estrella Show, antes de que las primeras luces del sábado despierten al vecindario con las dianas de la charanga El Boquerón. La fiesta ya ha echado a andar y nadie pregunta por qué: la costumbre manda.

El sábado 23 llega con su propio guion barroco. La recogida de santeras y santeros, los mozos del año, a ritmo de charanga, simboliza esa mezcla entre lo profano y lo sagrado que caracteriza a las fiestas castellanas. La Virgen del Castillo recibirá su ofrenda floral antes de que la calle se convierta en escenario de peñas, charangas y encierros. La madrugada promete: encierro, desenjaule y la inevitable verbena, primero con Flamingo Show, después con DJ Pyros Simio. El ciclo fiesta sueño fiesta se instala como modo de vida temporal.........

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