Sangarcía se crece por San Bartolomé
En Sangarcía algo pasa por San Bartolomé. El pueblo se transforma en un escenario donde conviven lo sagrado y lo profano, la memoria y la modernidad. Por unos días el guión de lo cotidiano se transforma en libreto de teatro popular, donde cada vecino es actor, público y tramoyista al mismo tiempo.
El preludio arranca el martes 19 con un verano cultural que pone a los niños en el centro. Las actuaciones infantiles de la noche son más que entretenimiento: son el ensayo general de la continuidad, la confirmación de que la fiesta tiene futuro. El miércoles 20, la banda Kalimotxo aporta rock castellano, ese género donde la guitarra eléctrica se mezcla con la nostalgia rural. La modernidad no llega en tren de alta velocidad, sino en forma de riffs. El jueves, la espuma y los hinchables llenan de carcajadas la plaza, en esa mezcla de pedagogía festiva y alivio estival que justifica el nombre de “verano cultural”.
El viernes 22 la comunidad se pone a prueba con una gimkana: metáfora involuntaria de la vida colectiva, donde gana quien sabe orientarse en medio del caos. Por la noche, la disco móvil organizada por los Kintos 07 devuelve a Sangarcía la sensación de ciudad provisional: luces, graves, cuerpos que se mueven hasta que el sueño rinde más que el alcohol.
El santo es acompañado por jotas y bailes en la procesión.El sábado 23 es víspera y, como todas las vísperas, tiene sabor a rito. A mediodía, el vermú se acompaña de charanga, recordando que en Castilla la gastronomía también se celebra con música. A las nueve, las........
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