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El Espinar ansioso por vivir sus fiestas

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12.09.2025

Cualquiera que tenga pueblo afirmará rotundo que las de su pueblo son las fiestas mejores del mundo. En El Espinar también lo dicen, y les asisten razones para sostener el argumento. Tienen un Cristo especial que emociona solo con mirarlo, tradiciones centenarias, como la de recoger a la manola y pasearla a caballo, y quintos que se remontan varias generaciones atrás que reviven estos días con la ilusión de antaño. Luego están los encierros, los conciertos, las charangas, los gigantes y cabezudos, los fuegos artificiales…

La fiesta empieza el sábado 13, el reloj suena como campana de barco y la gente arranca, paso firme, en peregrinación a la ermita del Santísimo Cristo del Caloco. No hay postureo ni filtros: hay cuesta, hay grava, hay silencio roto por rezos y resoplidos. A las 10:00, misa de campaña y después concentración de romeros junto al Portalón. El nombre, Portalón, suena a madera buena, a quicialera que cruje y deja pasar lo que importa. Luego se baja para recibir la imagen y comenzar el traslado hasta la villa. La entrada por el Portalón es una miniatura de historia patria: bastón de mando a los pies del Cristo, cohetes, campanas, la piel de gallina. El Grupo de Danzas de El Espinar hace de escolta y el pueblo entero se reconoce en el espejo de sus pasos.

Por la tarde, el cohetón desde el balcón de la Casa Consistorial anuncia que el mando pasa, por unos días, a la calle. La alcaldesa dicta las ordenanzas, Guillermo Montero pronuncia el pregón, y uno entiende que las fiestas no son un desmadre con licencia, sino un código compartido. Después, gigantes y cabezudos toman la arteria principal como una escuadra de marinería alegre. Por la noche, verbena en La Corredera con Flamingo Show: pasodobles para los viejos, guitarrazos para los jóvenes y un par de romances clandestinos tramándose en los soportales.

El domingo 14 el pueblo vuelve a su ritmo de procesión a las 11:00, con la imagen del Cristo en alto, mecida por brazos que no temblarán. A las 12:00, misa solemne, soprano con voz fina —Virginia Bravo— y órgano que huele a madera pulida: Ángel Boitia y Manuel de Pablos a los teclados, Daniel Bravo al violín. Después, refresco y bollo del Cristo; harina y azúcar para apuntalar la comunión civil. A las 12:30, el concurso infantil de pintura en La Corredera; a las 13:00, vermut con rifa de los Kalaveras, esa universidad popular donde se aprende a perder y a reír. Por la tarde, novillada con Curro Muñoz y Pablo Jurado: muchachos cebando oficio jugándose el porvenir bajo el sol. A las 20:30, paseo de la Respingona —esa coreografía de orgullo serrano—, látigo y foto de familia. Cuando cae la noche, disco móvil Elixir y noche temática de profesiones: el traje que uno no se pone de lunes a viernes se luce aquí, entre risas y algún juramento.

Paseo de las manolas y sus majos a caballo./ Ayuntamiento de El Espinar

El lunes 15 es el día serio: funeral por los hermanos difuntos. No se celebra sin memoria aquello que importa. Luego, juegos autóctonos en torno a la plaza de toros, búsqueda del tesoro para que la chiquillería entienda que también la fiesta requiere astucia. Comida popular en el parque: la Asociación Autismo Segovia pone la causa, la charanga El Boquerón pone el compás, y el resto aporta ganas. Por la tarde, fútbol sala exprés —electricidad de zapatilla—, homenaje a los mayores con refresco y dulzainas, concurso de disfraces infantiles con Kamaru Teatro en ebullición, y encierro ecológico que enseña sin asustar. La verbena la pone Alquimia y a las 12:30 los fuegos desde las piscinas cosen el cielo con alfileres de pólvora. Después, la Cuba convoca noche punk: el mismo pueblo que reza bien blasfema con estilo.
El martes 16 vuelve al rito: misa con flores al Cristo, procesión por las calles, niños subiendo a las andas en puntos convenidos, como si heredaran una contraseña. A las 20:30 canta Marazu en el teatro Gonzalo Menéndez Pidal, y el día remata con encierro infantil, orquesta La Jungla.

El miércoles 17 despierta con dianas de la panda El Paleto. Desenjaule de becerros, misa de quintos de 25 y 50 años —la edad deja de ser problema cuando sirve para brindar— y refresco de plaza.........

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