La gesta histórica del 12 de octubre
12 de octubre de 1492, un marinero, Rodrigo de Triana, gritaba “¡Tierra!” desde el palo mayor de la Pinta, quien escoltaba junto a La Niña, a la Santa María, nave principal de la expedición que comandaba Cristóbal Colón. Comenzaba una de las gestas más heroicas de la historia de la humanidad.
La ingente obra de España en América no puede entenderse sin la figura de Isabel cuyos valores y aspiraciones están reflejados en su testamento escrito en 1504 poco antes de morir: “… y no consientan ni den lugar a que los indios vecinos y moradores de las dichas Islas, y Tierra Firme, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes, más manden, que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean de manera, …”. Este testamento fue el punto de arranque de las llamadas Leyes de Indias.
Isabel la Católica fue la primera que se preocupó por los derechos de los indios; determinó que siguiesen siendo los propietarios de las tierras que les pertenecían con anterioridad a la llegada de los españoles y dictó un decreto prohibiendo la esclavitud.
Sin embargo, la tergiversación de la historia hecha en contra de la asombrosa labor civilizadora de España en América lleva siglos funcionando. Es la conocida como «leyenda negra», y el problema es que muchos españoles, de buena o mala fe, la han aceptado y la siguen difundiendo. Es una pena, porque es algo antinatural, algo así como automutilarse o, como se dice comúnmente, tirar piedras contra el propio tejado.
La leyenda negra antiespañola surge históricamente como un medio que busca desprestigiar al catolicismo y a todo lo que huela a católico: al Papa, a la Iglesia y, por ende, a España, su defensora. Su origen está en el protestantismo alemán, inglés y holandés, y el testigo lo tomará después la Francia revolucionaria.
En realidad, lo más sangrante es que cualquiera que dedique un poquito de tiempo, no demasiado, a indagar en la materia, en seguida se da cuenta de que la leyenda negra es un mero bulo, o como se dice ahora con la nueva palabra anglosajona tan a la moda, fake news. Como muestra de lo que digo, el propio Alexander von Humboldt, prusiano y luterano, reconoció en torno al año 1800 que: «no conozco un........
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