Celebremos a Los Santos
Cuando llegan los primeros días de noviembre, seguramente pensamos un poco más sobre la muerte, aunque hay sabios que dicen que en nada piensa menos el hombre libre que en la muerte. Acaso sea este uno de los síntomas más notables de la superficialidad que invade el tiempo actual: el ocultamiento de la muerte. Por lo demás, pensamos que la muerte es cosa de otros. Bueno siempre, menos una. Y la pregunta transcendental que nos hacemos es, ¿cuándo? No nos importa mucho dónde moriremos; ni siquiera de qué moriremos. La pregunta clave es cuándo. Sin embargo, esta inquietante pregunta tiene una respuesta para no vivir intranquilos, asustados y nerviosos, pensando que podemos morir esta noche, mañana, la semana que viene… La respuesta no puede ser otra que estar preparados. Es decir, vivir como Dios manda.
También por estas fechas comercios y calles se inundan de diablos, esqueletos, fantasmas, monstruos, brujas, vampiros, calabazas y demás parafernalia del Halloween. Mucha gente lo toma como algo normal e incluso divertido, pero pensándolo bien, desde el punto de vista de nuestra tradición cristiana, no sé qué tiene de divertido disfrazarse........
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