Neiva no puede seguir empeñando su futuro
Por: Johan Steed Ortiz Fernández
En política, como en la vida, hay decisiones que se repiten una y otra vez, aunque la experiencia demuestre que no funcionan. En Neiva, esa historia tiene un patrón claro: los alcaldes que son elegidos después de haber perdido una elección. Germán Casagua se posesionó tras haber quedado de segundo en comicios pasados. Con esa misma suerte corrieron Héctor Aníbal Ramírez, Pedro Suárez y Rodrigo Lara quienes no lograron ganar en su primer intento, y al igual que Gorky Muñoz, llegaron al poder tras una derrota a cuestas.
Llevamos por los menos dos décadas votando por el que quedó de segundo, disque porque “merece la oportunidad”, sin embargo, los resultados nos obligan a preguntarnos: ¿de qué nos ha servido a Neiva esa costumbre?
Hemos pasado 20 años actuando de la misma forma y la ciudad sigue padeciendo los mismos problemas: desempleo, movilidad colapsada, vías en mal estado, servicios públicos deficientes, inseguridad desbordada, y una pobreza creciente.
Y a eso debemos sumarle otra mala costumbre de estos últimos gobernantes: el acudir a la deuda pública como única herramienta para obtener recursos.
Sin embargo, aquí no se trata de oponernos a los créditos. Se puede decir “sí”, pero con planificación, con una ejecución real y pensando en una ciudad proyectada a 20 años, no en las próximas elecciones.
Porque endeudarse para ejecutarlos a las carreras, y que después le falte adiciones para que no se vuelva una obra inconclusa, sigue heredando problemas a cada mandatario que asume, quien debe pagar intereses y capital, sacrificando la inversión social. Y........
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