La presencia de la mujer y su identidad cultural en Los Riberas de Mario Briceño Iragorry | Por: Alexis del C. Rojas P.
Alexis del C. Rojas P.
La identidad de las mujeres es el conjunto de
características sociales, corporales y subjetivas
que las caracterizan de manera real y simbólica
de acuerdo con la vida vivida.
Marcela Lagarde
La escritura de Mario Briceño Iragorry, reconocida fundamentalmente por el género ensayístico y epistolar, bajo la firmeza característica del historiador, ocasiona en 1958 el discurso propio de la narratividad con la novela Los Riberas. Una obra que configura ciertas referencialidades históricas e identidades de la vida nacional desde la condición humana y social de sus personajes ficcionales; que bien podría catalogarse dentro de la llamada novela intrahistórica; pues la narración actualiza los hechos del pasado desde la cotidianidad y voces de los personajes que conforma la familia Ribera; es decir desde “la perspectiva de los subalternos sociales (…) ajena a los márgenes del poder”, de acuerdo a la tesis de Rivas Luz Marina (2004, p.87).
La novela modela el comportamiento, actitudes y estados emotivos de identidades, a través del devenir histórico de los Ribera, en un caudal de espacios, acontecimientos, personalidades y realidades insertas en el orden económico, político y social, perteneciente al contexto geográfico de Mérida de mediados del siglo XIX y la Caracas de las tres primeras décadas del siglo XX. Una obra que pareciera no comportar otro interés que el de hacer discurrir los acontecimientos reales o imaginarios en espacios y tiempos definidos.
La extensa obra contiene una variedad de macro unidades semánticas importantes de consideración analítica, por ejemplo, el viaje físico e interno del personaje protagonista; la recreada descripción geográfica -paisajística de Mérida y Caracas; los vínculos políticos y posiciones ideológicas de algunos personajes, o, el mundo de “las concesiones petroleras”. Entre otros temas fundacionales es significativo mostrar la posición o identidad cultural que ocupa la mujer en la saga familiar de Los Riberas, figura femenina de recurrente presencia y progresiva importancia en la historia de cada uno de los espacios estructurales de la narración, referida más delante de forma secuencial.
El tratamiento de la presencia femenina en la novela de Briceño Iragorry, dista mucho de la antigua figuración arquetípica de la mujer mitológica y de la deidad, o de la mujer moderna vista, por ejemplo, en Ifigenia (1924), imagen de la mujer innovadora, educada e intelectual que cultiva la literatura; en la novela Doña Bárbara (1929), arquetípica amazona, mujer representativa de poder y ambición en el contexto de la barbarie; o en una de la más recientes novelas, como La favorita del señor (2001) de Ana Teresa Torres, representación de la mujer dominada y esclavizada sexualmente por los rigores del machismo, pero también la lucha por la búsqueda del placer y la libertad sexual. Una visión de confrontación de culturas, en donde “una mujer árabe secuestrada por los cristianos en la España medieval –señala Rivas en su estudio de la obra- contrasta perpleja sus valores culturales frente a los que se le son impuestos”. (p.16).
Los Riberas, por su parte, es ilustrativa la tradicional posición de la mujer de la cultura occidental, concebida en la belleza y comprensión de su naturaleza humana, procreadora y benefactora de la vida y amor familiar e insustituible en la sociedad. No olvidemos, en la historia personal de Mario Briceño Iragorry, la indisoluble vinculación con las mujeres de su núcleo familiar; en su infancia, la abuela materna y la madre, seres cuya esencia prodigan nobleza, amor, enseñanza moral y espiritual, espíritu creador; en la vida adulta, su esposa, elogiada como “la musa fiel”, la extraordinaria compañera que le brindó, dice su hija Beatriz, en Retazos femeninos (2003), “soporte, sosiego, estímulo, inspiración y fortaleza para asumir los inmensos retos de la vida” . Sentimiento de respeto y admiración hacia la mujer marcado, además, por el principio mariano que ciñe su vida: nació en Nuestra Señora de la Paz de Trujillo el 15 de septiembre, precisamente el día en el cual se celebra a Nuestra Señora de los Dolores, y fue bautizado en la Iglesia Nuestra Señora de la Paz:
… para mi esta iglesia –dice Mario Briceño Iragorry en su obra Mi infancia y mi pueblo- tiene un valor que no la iguala el de Nuestra Señora de París o el propio de la catedral de San Pedro en Roma. Porque a esta iglesia…fui llevado de la mano para recibir en su bautisterio el óleo cristiano…habían ido mis padres a recibir la bendición para sus nupcias. Y habían ido también mis abuelos por más de tres siglos (p.27).
Invaluables valores de fe, intrínsecos en la configuración de su “tierra de María Santísima”.
La visión de Mario Briceño- Iragorry con relación al papel de la mujer consigo misma y la sociedad, proyecta a la mujer que en el enfoque de la analista junguiana, británico-estadounidense, Esther Harding “se refiere más a........
© Diario de Los Andes
