Autenticidad: la puerta a nuestra mejor versión | Por: Arianna Martínez Fico
Arianna Martínez Fico
“El coraje consiste en elegirse a uno mismo ”.
Atribuido a Kierkegaard
Cuentan que un león fue criado entre ovejas. Caminaba con ellas, balaba como ellas, incluso huía atemorizado al ver otros leones. Hasta que un día, uno de ellos lo llevó a un río y le mostró su reflejo. Al mirarse, descubrió quién era realmente: no una oveja temerosa, sino un león magnífico.
Cada vez que escucho esta fábula me pregunto: ¿cuántas veces vivimos como ovejas, imitando voces y formas que no nos pertenecen, cuando en realidad guardamos dentro la grandeza de un león?
Si me miro con honestidad, muchas veces lo que me impide ser auténtica no es la falta de cualidades o talento, sino el miedo. Ese miedo transversal -compartido con casi toda la especie humana- a no ser querida por quien soy. El miedo a no ser suficientemente buena, inteligente, simpática, adecuada. Desde allí intentamos mostrar lo que creemos que los demás valoran en nosotros.
Paradójicamente, lo que realmente nos conecta con otros no es la máscara, sino nuestro brillo auténtico. La autenticidad es la valentía de aparecer con todo lo que somos: luces y sombras, certezas y dudas, grandezas y fragilidades. En ese acto de mostrarnos completos descubrimos que lo que más inspira no es la perfección, sino la esencia genuina.
A veces confundimos autenticidad con orgullo. Conozco personas que sienten tanto apego a su manera de ser que no dejan de hablar de sí mismas, comparándose con los demás y declarando que su forma es la correcta. Les encanta decir: “quien me quiera, que me quiera como soy”. Pero esa frase, más que autenticidad, es un blindaje. Una manera de atrincherarse frente al mundo.
Hace años, mi amigo y maestro Manuel Barroso, eminente psicólogo venezolano, me dijo: “en la vida nadie tiene por qué comer basura emocional, y mucho menos la ajena”. Esa frase se me quedó grabada. Porque vivir sin consideración es exactamente eso: obligar al otro a tragarse lo peor de mí como si fuera virtud. Y lo único que produce es aislamiento o soledad.
Lo auténtico es una esencia viva, plástica y relacional. Un proceso de afinamiento continuo que se enriquece en el encuentro con otros. Como explicó Humberto Maturana:
“La organización de una unidad es invariante mientras conserva su identidad; la estructura, en cambio, puede variar -y de hecho está en continuo cambio- en una unidad dinámica.”
Esa plasticidad estructural significa que........
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