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José Gregorio y Don Benigno Hernández, la política “astrológica”  y el general “Maíz Pelao” | Por Oswaldo Manrique

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06.10.2025

(Dr. Rafael Caldera, ex Presidente de Venezuela).

Cuando llegaron los andinos al poder en Caracas, en 1899, comandados por Cipriano Castro, buena parte del “caraqueñismo”, se expresaba de manera non sancta de ellos. Años antes, en ese mismo sentido el general Guzmán Blanco, había escrito ¡Cuidado con los andinos! Esto nos lo explica el destacado militar trujillano, que participó en distintas campañas, Perfecto Crespo, en sus memorias asentó: (Crespo, 173), Así, con ese prejuicio, se les identificaba.

La causa del triunfo de los andinos, entre otras, fue la política autoritaria del Presidente Guzmán, arremetiendo contra una de las instituciones más apreciadas y sagradas para los andinos: su Iglesia Católica, Apostólica y Romana. A manera de ejemplos, el decreto por el cual desde el gobierno se designó al Arzobispo de Caracas, o la persecución de la curia, y el más demoledor: el que declaró la extinción de los Conventos, Monasterios y Colegios religiosos existentes, así como, nacionalizar sus patrimonios económicos. José Gregorio, por andino, formación democrática y por creyente, no pudo apoyar este tipo de política liberal.

Cuenta el escritor y humorista Eduardo Carreño, que en una oportunidad, Emilia Calcaño, mujer religiosa, presidenta del gran “Apostolado de la Oración en Caracas”, hija mayor de don Eduardo Calcaño, de las más castizas familias de la Capital de la República, hablaba mal de los andinos. Alguien le llamó la atención sobre el asunto:

¿Cómo es posible que usted se exprese tan mal de esos señores, cuando su médico y el mejor de sus amigos es oriundo de los Andes?

¿Quién?

El doctor José Gregorio Hernández.

Hace muchísimo tiempo que el doctor Hernández se dejó de eso (Carreño, 134).

A pesar de lo anecdótico y jocoso, la respuesta de esta mujer de la Iglesia, amiga del doctor trujillano, deja entrever que éste, tuvo años antes, inquietudes y manifestó su opinión sobre el proceso político que se desarrollaba en Venezuela, impulsado y dirigido por los andinos.

Su coincidencia, con el Pdte. Cipriano Castro, en contra del bloqueo naval de nuestras costas, su política de no pago de la deuda externa, y el mismo acatamiento del Dr. Hernández, al llamado de alistamiento militar hecho por Castro en 1903, indica una posición antimperialista y patriota, pero igualmente, política. Seguramente, no estuvo de acuerdo con el golpe y derrocamiento de Castro, tampoco, con la llegada de los barcos norteamericanos para proteger a los golpistas e impedir el regreso del derrocado Pdte., lo que significó para el país (Cardozo, 305), a las garras del nuevo imperio.

Su vocación, su capacidad y talento por la política, no iba a extinguirse por ninguna razón, en un hombre de gruesa formación filosófica idealista y de patrones éticos inconmensurables. Tenía la convicción de que podía mejorar las cosas en la República del liberalismo amarillo, restaurador y luego, rehabilitador, o impulsar transformaciones y cambios. Siendo hijo de un hombre como Benigno Hernández, quien fue Concejal en el Distrito Betijoque, con posiciones políticas flexibles por las circunstancias de aquel tiempo de caudillos y su vorágine violenta, lo único en lo que podía mermar, era en su disposición para la acción y la operatividad políticas, es decir, para la toma armada del poder político.

Aquella Venezuela de la segunda mitad del siglo XIX, se nos presenta con algunas volteretas multicolores, la historia de los hombres, guiada básicamente por los caudillos locales y nacionales. Coinciden varios historiadores con el criterio de Ramón J. Velásquez, acerca de la exitosa alianza entre el “caraqueñismo” liberal guzmancista y, los oligarcas conservadores “Ponchos” andinos, lo que resumió así: (Velásquez, Ramón J. La caída del liberalismo amarillo. P. XII); una alianza basada en la ambición de sectores dirigentes del liberalismo depredador de arcas públicas, y la insaciable ambición de caudillos de los “Ponchos” feudales andinos; considerándola exitosa porque mantuvo dominio y forzada tranquilidad política y militar en la región de la Cordillera, entre 1870-1887.

El positivismo marcó las últimas décadas del siglo XIX, aspiraba desplazar el idealismo tradicional. En la Cordillera, algunas individualidades defendían esta Doctrina, pero el caudillismo local lo sabía interpretar a su manera.

Andando el tiempo, uno de aquellos hombres, desplazado, con su novia y su hermana, por los telúricos vaivenes sociales y militares del federalismo, de nombre Benigno María Hernández Manzaneda, templado y apacible, supo establecerse como laborante, como buen padre de familia, nos sorprenderá al imprimir una huella elevada e imperecedera en un pequeño pueblo andino: Isnotú, y aunque suene paradójico, tuvo como ejercicio ciudadano, ligeros acercamientos con la política caudillista local.

Benigno no sólo es un hombre de negocios, con bienes y próspero cafetalero, sino que será importante ciudadano con influencia en los altibajos de la política, en aquel interesante y complejo período histórico trujillano. En el descubrimiento de un Benigno participante en la política local, lo encontramos: estableciendo a su llegada a Boconó, una sólida amistad con un personaje si se quiere agradable y anecdótico, quien en 1865, planteada una guerra entre los merideños y los trujillanos incitada por sus propios gobernantes, se aplicó la fórmula pragmática del Presidente de la República, Juan Crisóstomo Falcón, de suspender al electo Presidente del Estado Trujillo, y elevar a dicho cargo al Vicepresidente: general Inocencio Carvallo, de los primeros amigos de don Benigno, un (Cardozo, 141). Como respuesta, los liberales trujillanos fundamentalistas, quitaron el apoyo al gobierno. Carvallo es un dirigente conciliador, quien manejando su muñeca política equilibradamente, fue ganando el apoyo de los “godos” conservadores, y a fines de este año, dirige un gobierno amplio de liberales y conservadores. Por supuesto, este estilo de gobierno, no cayó bien en el seno del........

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