José Gregorio Hernández y su premonición sobre La Puerta, 1889 / Por Oswaldo Manrique
(Ernesto Sábato. Sobre héroes y tumbas).
Aunque suene paradójico, cabe mencionar si se adecuaba en 1889, y -con más razón hoy-, aquella caracterización que escribió sobre La Puerta, o es en todo caso, una premonición del sabio estudioso, médico y filósofo. Esto es meritorio de mención para la descolonización y reconstrucción de nuestra historia local, tanto para la investigación, como para el debate y la reflexión. *
Isnotú, está asentado sobre una meseta ligeramente inclinada, rodeada de diversos micro valles profusamente sembrados de caña de azúcar, destacando altivamente los trapiches de producir panela. En la calle principal del pueblo, una casa amplia que antes tuvo techo de palma, paredes de tapia y piso de ladrillos, ha sido remodelada. En la parte que da a la calle, los Hernández, establecieron una pulpería llamada “La Gran Parada”, luego, separan los medicamentos y crean una botica. Ahora en 1889, el inmueble y sus habitaciones sirven de posada de viajeros. En el centro de la sala grande, la imagen de Nuestra Señora del Rosario, patrona del pueblo, presente y silenciosa en la conversación que se produce entre María Sofía y su hermano José Gregorio, cuando precisamente tomaban café máscao.
– Hermanita, me siento como «molido a palos», el viaje fue sumamente difícil, de esos que se hacen una sola vez en la vida, sólo para arrieros.
– Pero no seas chuco, contáme. Le dijo la joven, ansiosa por saber las peripecias del viaje.
– Sofía, imagínate pasar por aquellas montañas tras montañas, en la soledad de los páramos, donde solo te encuentras viento helado y frailejones, en medio de los ventisqueros. Su alegre y conversadora hermana, le replicó:
– Carvallo está muy adolorido, considero cómo deben estar tus asentaderas. Pero contáme más. El cuñado José Temístocles Carvallo Hidalgo, su compañero de viajes, esposo de Sofía.
– Es como tener a la , tibiecita pero te totea, aunque vayas muy abrigada. >.
El Dr. Temístocles Carvallo Hernández, hijo de aquel, según el Dr. Ernesto Vizcarrondo es considerado como: “el biógrafo por excelencia del Dr. José Gregorio Hernández” (su tío), el Dr. Temístocles Carvallo, escribió sobre su tío: . Esta vez, lo escudriñaba su contenta hermana Sofía.
– Debe ser un viaje impresionante, por lo extenso y lo maneao. Y eso que Carvallo algo conoce de la ruta y pasaron por lo menos accidentado.
– Sí, íngrimos y solos, lo único que te encuentras es ; pero siempre pega, . La hermana, para no perderse la secuencia, lo retorna al comienzo del viaje:
– Pero contáme, cómo les fue en Valera. Sofía tenía 21 años para ese entonces, y su hermanita Josefa, apenas 17 años de edad, ambas muy jóvenes.
– Tú sabes que, mi pensado era ir , iba a ser . La inquieta Sofía, le insiste:
– ¿Y por qué en La Puerta, si hay solo indios, y es tan lejos y chiquito?
– Lo hablé bastante con tu marido. La Puerta, además de tener la posada para descansar, es un sitio tranquilo, y tiene algo interesante: sus fastos y personajes de los que vale la pena seguir averiguando y conversar. Rápidamente, la hermana le dice:
– Está bien, tiene su encanto ¿y qué pasó? El médico, interrumpe la conversación:
– Espérate un segundo, ya vengo. Se levantó, tomó las dos tazas vacías,........
© Diario de Los Andes
