Gertrudis Briceño Parra “La Parda”, entre el amor y la guerra libertaria / Por Oswaldo Manrique
En el pequeño y hermoso Valle de las Heroínas del Bomboy, destaca una parda casada con un prócer trujillano, que tuvo iniciativas y acciones memorables en la lucha independentista. Me refiero a Gertrudis Briceño Parra, quien durante el tiempo de noviazgo, de casada, y luego de la muerte en batalla de su esposo, continuó enfrentando las penalidades de la guerra, manteniendo las ideas republicanas y el honor de su marido.
En otro espacio, he sostenido que el proceso nacional venezolano, en el periodo que va del siglo XVI a las primeras tres décadas del XIX, estuvo cargado por la violencia que la Monarquía de España le impuso a la mujer en otras formas y métodos distintos a las de la invasión, que pudiéramos denominar la larga y arrebatadora noche de silencio. Los criollos de Trujillo, una de las primeras provincias en incorporarse al movimiento de emancipación, firmes en su afán de soberanía, corrieron los riesgos con sus vidas, sus bienes, soportando persecución, penurias y hambre, que es lo que en definitiva cuesta una revolución de esa envergadura. Por ende, las familias de estos rebeldes y particularmente sus mujeres no se salvaron de esos riesgos. Una de estas familias, destacadas en el ámbito del poder colonial, y posterior a la ruptura de ese modelo político, en momentos dramáticos de la lucha emancipadora, fueron los Briceño.
Doña Gertrudis Ana Briceño Parra, nació hacia el año 1770, sus padres el Maestre de Campo Don Lorenzo Briceño Toro, y Doña Josefa Petronila Parra (Dávila Vicente. Próceres Trujillanos. pág. 50. 1929. Árbol número XXIII). Provenía de una respetada familia, sin embargo, la llamaban “la parda” y hasta de mulata la tildaron. La vida de Gertrudis, es una de las más sublimes historias del tiempo colonial del Valle del Bomboy, tanto por el indoblegable amor por su marido, como por el que profesó por su Patria nueva, con todo lo trágico que esto significó para ella. En el transcurrir de su vida, conoció a un primo, porte marcial, inquieto, de piel trigueña y ojos claros: Francisco Javier Briceño Briceño, de las familias poderosas económica y políticamente de Trujillo, hijo del ilustre abogado Antonio Nicolás Briceño (el realista), y también, perteneció a esa estirpe guerrera que fueron los hermanos Briceño, entre ellos, el coronel y abogado Antonio Nicolás Briceño, distinguido como el “Diablo” independentista y, de Domingo Briceño Briceño, conocido como “el Socialista”. Francisco Javier, fue importante personaje de la Colonia trujillana, en 1801 se desempeñó como Comisario de Plantaciones de Tabaco de Trujillo y ocupó el cargo de Administrador de Correos; fue Vocal de la Junta Revolucionaria de Trujillo instalada el 9 octubre de 1810, tuvo participación destacada desde los inicios en el movimiento independentista de 1808. Suscribió la primera Constitución de Trujillo emancipado. Un destacado organizador y conspirador en función de la independencia.
En 1804, Francisco Javier se enamoró de su prima Gertrudis, comenzó a visitarla y formalizó su compromiso. Aquí, comenzaría para ella, una travesía aciaga y azarosa en su vida. El primer obstáculo se le presentó antes de casarse, con la familia de su enamorado, inicio difícil y conmovedor que tuvo que sortear.
Formada la familia Briceño, desde su primer poblador en Venezuela, con ese apellido, el capitán español Sancho Briceño, conviniendo y realizando matrimonios arreglados entre integrantes de la misma rama familiar, en su mayoría entre primos o entre tíos y primas o viceversa, para lo cual solicitaban la dispensa obligatoria. La relación y plan matrimonial de esta pareja, fue una gran decepción para la familia Briceño. La limpieza de sangre y la dignidad de su linaje español, hijosdalgo de limpio........
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