menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

Crónica de fuego: el liberal Felipe Uzcátegui se bate a plomo con los godos hermanos Burelli / Por Oswaldo Manrique

4 0
19.05.2025

Cuando se prende en la Sierra de La Culata, la “Guerra de los 15 días” y se intenta “la toma de Timotes” –imperecedero episodio para las familias parameñas-, liderada por Américo Burelli, Sandalio Ruz, Mitrídates Volcanes, Cesáreo y Genaro Parra, Fidel Rivas, el viejo Pabón, y otros vecinos, en contra de la dictadura gomecista, Felipe Uzcátegui, caudillo liberal y primera autoridad civil y militar de La Puerta, se dispuso a enfrentar a los alzados, y con algunos amigos del lugar, campesinos sin tierra, dados a las revueltas y al saqueo de fincas, como retribución a las acciones de las montoneras, comandó la persecución y captura del Coronel Américo, mientras llegaban los de la bestial “Sagrada”.

El polvo plomizo de las montañas, se levantaba al paso de su mula, igual que los rumores que le aventajaban. A Felipe «Tragabalas» Uzcátegui, el político y coronel liberal de quien decían había nacido con una carabina en la mano y una bala entre los dientes, se le conocía en cada caserío parameño desde La Puerta hasta Tabay. Su leyenda, estaba trenzada con acciones de temeridad y una sed insaciable de mando, rechinaba más fuerte que el eco de sus balazos. Algunos lo admiraban, otros, lo miraban con el rabillo del ojo del temor y miedo, y otros, eran propiamente sus enemigos políticos: los “Ponchos” conservadores que lo tenían como objetivo a vencer, con o sin las armas. Pero el comentario general, en su zona cercana de operaciones políticas y militares, era que las balas no le hacían nada, que las tragaba con la misma avidez con la que imponía su autoridad.

Sobre la persecución del Coronel Américo, su sobrina la escritora Ligia Burelli, nos deja su particular versión de actos desenfrenados y salvajes realizados en Palmira por los “Chacharos” del gobierno, destacando lo que sufrieron las familias del lugar, particularmente el caso de Antolina, mujer campesina que (Burelli, Ligia. Humo de Hogueras. Págs. 108 a 109). Felipe, además de próspero hacendado, dueño de las posesiones “La Mocotí”, “Villa Mercedes” y La Puerta, otras, era el caudillo liberal guzmancista y montillero mas connotado de la localidad, y también el más hábil baquiano de la región con que contaba el gobierno, sin embargo, como lo relata la señora Burelli, discretamente unos campesinos encontraron a Antolina y la escondieron junto con sus hijos, en tanto que los hombres proseguían la búsqueda de los huidos, por otros parajes. Aquí comenzó Felipe, a dejar huella como rastreador y defensor del régimen político, y para alguno, como chácharo.

La Sagrada o simplemente «Los Chácharos» era la temible policía gomecista que mantenía a raya a los disidentes de las políticas del «Benemérito de la Patria». La jefatura general estuvo a cargo de José Vicente Gómez «Vicentico», hijo del dictador, como Inspector de las FAN, que tenía como Jefe de Operaciones al Coronel Eloy Tarazona “el Indio”, quien dirigía los intensos y crueles interrogatorios. Cuando muere «el Bagre», como le decían al dictador, esa policía fue disuelta para convertirse más tarde en 1937, mediante la Ley de Seguridad Nacional en las Fuerzas Armadas de Cooperación (FAC), la Guardia Nacional (GN).

Uno de los sobrinos del Coronel nacionalista alzado, al mencionar a Felipe Uzcátegui “Tragabalas”, escribió que era lo que le esperaba a los hermanos Burelli, quienes (Burelli, Miguel Ángel, 19), era una guerra, con........

© Diario de Los Andes