Miguel Romero | Por: Luis Huz Ojeda*
*Cronista del Municipio San Rafael de Carvajal
Betijoque pueblo plantado al pie del altiplano andino venezolano, pedazo de tierra que tiempos lejanos ocupo la presencia física del Chacoy Pitijoc genuino representante de nuestra casta aborigen; territorio donde vieron luz santos y sabios: José Gregorio Hernández el santo del pueblo y Rafael Rangel el padre de la parasitología nacional; morada de San Juan Bautista y La Virgen de La Candelaria; lugar centenario de fe y devoción a San Benito de Palermo, el santo negro y milagroso. Betijoque prodigioso lugar donde sus pobladores sacian la sed de las cristalinas y medicinales aguas que manan de forma natural en la mágica naciente de La Abejita, y como queriendo contar su historia tranquila y vigilante cual enigmático duende la Piedra del Zamuro emerge con su encanto. Betijoque donde el crepúsculo aflora al atardecer engalanando a la distancia con hermosa vista de la cuenca del lago Coquivacoa a sus pies… Betijoque en su parte alta es asiento de la ranchería del Arenal, sitio en el que las maravillosas manos de una diestra matrona ayudan el trabajo de parto para que llegue a este mundo el primogénito de dos hijos resultante del amor entre María Fonseca y Antonio Romero, un niño varón a quien colocan el nombre de Miguel Ángel.
Niñez
Miguel Ángel vivió una infancia junto a sus padres y hermano menor en sintonía con la época en un humilde pero cálido rancho de bahareque, techado de palma, piso de tierra, rodeado de un hermoso jardín… donde de manera silvestre florecían azucenas; capachos; nardos; novios; rosas… donde sus progenitores le inculcan a ambos valores familiares sustentados en el respeto a Dios, sus semejantes, lo ajeno; simultáneamente les enseñan las primeras letras del abecedario, los números iniciales de la matemática, a leer, escribir, sumar y restar a ganarse el........
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