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La Cantarrana | Por: Luis Huz Ojeda

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17.02.2025

Luis Huz Ojeda*

El área geográfica que ocupa en la actualidad la populosa localidad de -La Cantarrana- anteriormente estuvo plantada de baja vegetación, que entre otras plantas mostraba cocuiza, leño negro, cactus… así mismo el zanjón que circunda una parte de su periferia lucia inmensa arboleda que ostentaban más de un siglo de edad entre otros: algarrobo, guamo, jobo, pardillo, pan de año, pomarrosa… y guadua o bambú. Al igual que en el presente, aquí era notable la ausencia de agua, sin embargo en su perímetro germinaban unas que otras minas de agua, que juntadas con las constantes lloviznas que caían casi a diario formaban charcos naturales, consintiendo su permanente humedad resguardar la variada flora y diversa fauna en la que por su permanente croar destacan sapos y ranas anfibios propios de la zona, también estas aguas eran beneficiosos a los seres humanos que constantemente cruzaban a pie o en mula por sus predios y al momento requerían de saciar su sed. Hasta que la presencia del hombre se hizo permanente y comenzó a desforestar y construir ranchos para albergarse y a plantar sembradíos de café, cacao, naranja criolla, onoto, tabaco y pastar ganado caprino y vacuno…

El Nombre

Descendientes de los primeros habitantes –La Cantarrana- todavía conservan en la memoria y comparten con sus hijos los relatos de sus abuelos sobre el origen y razones del nombre con el que fue designado este lugar, entre estos destaca María Balbina Huz, mi Nona paterna quien cuando nos contaba siempre se jactaba de su lucidez mental: “Nací, me crie, constituí familia y parí mis cinco hijos aquí en La Cantarrana, de mi niñez recuerdo que en aquel tiempo existían dos caminos de entrada y salida a pie o montado en bestias, uno para comunicarnos con Carvajal, San Genaro, El Alto de la Cruz, San Lázaro, Santiago, La Quebrada, el otro con Campo Alegre, San Pablo de Jiménez, Valera, La Cejita, Motatán, a las orillas de uno y otro había pequeñas ciénagas naturales que en la época de lluvias formaban lagunas que consentían la presencia de aves silvestres, culebras, iguanas, lagartijos, matos reales, otros animales y eran habitadas por Ranas y Sapos que con su constante charlear armaban conciertos magistrales, esto poco a poco se fue popularizando, ya era normal escuchar expresiones como estas: Vamos pa -La Cantarrana-; Cuando pases por -La Cantarrana-; Ese vive camino a -La Cantarrana-; Nos encontramos en la entrada de -La Cantarrana-… este vocablo se arraigó tanto en la gente que de allí procede el nombre con el cual en la actualidad conocemos este populoso sector carvajalense, esta es la historia de -La Cantarrana- que conozco desde niña”. De la misma manera Isabel Núñez vieja pobladora rememora su llegada y vivencias en La Cantarrana: “Empecé a conocer La Cantarrana cuando esto eran unos montarrascales que lentamente andaban matando las pocas plantas de café y naranja criolla que aun existían en predios de una pequeña hacienda, luego quienes vinieron a vivir aquí, al mismo tiempo que fueron construyendo sus ranchos iban plantando nuevo café, cacao, tabaco y onoto, recuerdo que por donde aún habita la familia Barrios queda el zanjón El Chama, que hace años en tiempos de lluvia pasaba se transformaba en una quebrada de agua limpia, que en el ciclo de verano era aprovechada por la gente que hacía unas perforaciones sobre la arenisca, una especie de pozos de los que surgía agua que recolectaban y consumían, la práctica de esta experiencia se dio al inicio del poblamiento de esta localidad, de la cual hasta donde conozco no hay otros antecedentes distintos a estos”

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