Arévalo García Morillo | Por: Luis Huz Ojeda
Arévalo García nació el 4 de junio de 1920 en una rancha levantada con estantillos como columnas y caña brava de soporte al barro arcilloso de las paredes, techo de palma y como piso la tierra, esta estaba asentada dentro de una de las haciendas cafetaleras del Llano de Melendres, área geográfica perteneciente al departamento de Trujillo. Sus padres los campesinos Hercilia Morillo y José Antonio García ambos identificados con el trabajo agrícola del lugar.
Infancia
Teniendo una infancia similar a la de todos los niños de los campos en la época, al interior del cálido hogar, oyendo a cada amanecer el canto los gallos y la bulla de las guacharacas, apreciando la belleza del colorido y formas de las diversas plantas ornamentales que bordeaban los entornos del extenso jardín orgullo de su madre, atendiendo las gallinas y pavos del solar, haciendo oficios caseros en sintonía con su edad, jugueteando en las mañanas con la docilidad de las cotorras y los monos amaestrados, este accionar le consintió adquirir identidad con trabajo el agrícola, la productividad y el medio ambiente.
Las enseñanzas de las letras iniciales del abecedario y los números primarios de la matemática, leer, escribir corrido, sumar, restar, multiplicar y dividir, le son impartidas del contenido del libro Mantilla por una maestra contratada con tal objetivo en Motatán, que Arévalo dice no recordar su nombre porque este no era común, quien por su acento era maracucha, llevada de común acuerdo con otras familias hasta ese sitio por su primo Eduardo patriarca de la también nativa familia Valderrama, con el compromiso de instruir a los muchachos, para lo que deberían facilitarle un espacio para impartir sus conocimientos educativos, tres comidas al día, habitación donde dormir, la paga de un bolívar a la semana por cada muchacho clases. Este aprendizaje fue recibido en su aldea natal junto a los Hermanos Baudilio y Francisco Bastidas; Eduardo Valderrama; Pedro Suárez entre otros… Esta dama marcó el existir de esta generación de nativos del Llano de Melendres la mayor parte de día la pasaba con estos niños, les enseñó tanto que todos leen perfectamente sin equivocación o error en la pronunciación, escriben corrido, suman, restan, dividen, multiplican, además cada tarde antes de anochecer congregaba a todos con la familia y algunos peones de la hacienda para leer cuentos y contar historias… Después de casi tres años, una vez haber logrado ilustrarlos, regreso a Motatán desde donde partió en tren hasta el puerto de La Ceiba y de allí en Piragua vía Maracaibo y más nunca se volvió a tener noticia de ella.
La Tierra
Arévalo recuerda que al igual que sus hermanos, arranca tempranamente a trabajar las tierras de la posesión familiar siempre bajo las enseñanzas, conseja, orientación de su progenitor allí se mantuvo y experimentó todos lo requerido a la época para el logro de buenas cosechas trabajando con los tiempos, ya que no conocían ni había posibilidad de instalar lo que hoy es un sistema de riego, hasta que en 1945 al cumplimiento de los 25 años de edad que después hacer varios viajes de observación y consultas a familiares y amigos en ocasiones hasta Trujillo otras a Campo Alegre, analiza todo el panorama con calma y toma la decisión de su vida, hace maleta parte y deja atrás la tierra donde nació y se........
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