Cartas | Para leer he leído una Taza de Café con Mario Briceño Iragorry (IV) | Por: Juancho José Barreto
Juancho José Barreto González
El desafecto corroe las relaciones, el no querernos. A pocos metros del centro de esta ciudad de “María Santísima” yace, fenece en el peor de los abandonos la casa natal de Mario Briceño Iragorry, el que nos dio tanto afecto y comprensión ¡qué mal pagamos a quienes nos abren los ojos! Un incendio en el local vecino, una casa de comercio, avanzó a nuestra principal casa de la memoria. El incendio produce escombros, esa amnesia que deforma, corroe, borra del mapa a los seres que habitamos el espacio.
Los conceptos quedan simbolizados en las palabras. Toda la obra de Mario Briceño Iragorry está destinada a simbolizar lo que somos como pueblo y de cómo hemos sido quebrados como pueblo, lo que destaca nuestro maestro de la memoria como crisis de pueblo en uno de sus libros estelares, Mensaje sin destino (1951). Valorar la obra, el pensamiento y la acción de Briceño Iragorry es tener la capacidad de valorar todos los esfuerzos creativos para comprendernos desde la valentía y la franqueza. Valorar, es darle el valor, el peso cultural correspondiente a todos aquellos seres que constituyen nuestra biblioteca viva, el espíritu vivo de nuestros pueblos. El incendio amnésico debe sustituirse por la flama vivificadora.........© Diario de Los Andes





















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