Sabana de Mendoza, Encantos, Mitos y Realidades | La confesión de Antonio
Apenas tenía dos años de haber llegado a la población el Padre Antonio Lagrera Martínez, oriundo de España y había hecho grandes amistades con numerosas familias y Toño Bencomo era uno de sus favoritos. La calle Sucre era el final del poblado, de allí para arriba eran inmensos potreros que desembocaba en la quebrada San Alejo y un caserío del mismo nombre y más arriba estaba la meseta de Pedro Felipe y Toño tenía su residencia en aquella calle, la cual conservaba su estructura colonial. Ventanales con barrotes de madera en forma de cuadros sobresalientes a las aceras anchas y espaciosas, en la sala una vitrola con su respectiva manigueta, un juego de muebles de lona y un cuarto bien amueblado con una cama colonial en madera, dos cuadros familiares y dos cuadros más dedicados a la Virgen del Carmen con su escapulario y el niño Jesús en sus brazos y otro cuadro de su padre Reinaldo Bencomo; era una muestra de su afecto católico y una hermosa guitarra española al lado de su escaparate para sus noches de serenata.
Una cocina a kerosene, un comedor de madera, un seibó donde reposaban........
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